
![]() |
¿Cual es el indiciado? |
En ese entonces no era diputado, ni mucho menos era un
poderoso líder sindical que se había enriquecido escandalosamente traficando
con el presupuesto universitario. Seguramente por eso acudía a los arrabales a
dar rienda suelta a sus bajas pasiones mundanas. Pues bien, resulta que el
relator de la anécdota, del que no digo su nombre, llegaba al lugar y escuchó
unos quejidos en un baño. Provenían de la boca de nuestro personaje. Lo
golpeaba un maricón. Nuestro agredido personaje, se tapaba el rostro, se
agachaba pero protegerse de las cachetadas guajoloteras que el maricón le
propinaba al mismo tiempo que le daba la espalda y que de su boca salían los
quejidos en forma de ay, ay, ay, ay.
El relator de la anécdota se enfiló hacia el baño. Abrió
la puerta repentinamente llevándose tamaña sorpresota al ver que el agredido
personaje era su amigo. No quiso saber si el maricón agresor tenia razón o si
eso era un pleito de celos, pasional. Simplemente reaccionó de manera
automática. Agarró a su amigo, lo empujó fuera del baño y después se regresó a
tundirle unos buenos puñetazos al maricon agresor. Hecha la defensa, se salió
del lugar. El agredido, hasta la fecha, ni siquiera le dio las gracias. El
relator señala que a lo mejor ni supo quien lo había defendido. A la luz de los
hechos actuales piensa que a lo mejor era una manera muy especifica de hacer
sexo. Unos golpes previos para agarrar calor y después hacer la faena. Quizá no
quería ser defendido. Para los mal pensados no vayan a creer que el personaje
agredido en La Selva era el “Pelón” Hernández Escobedo ¿eh?
La otra anécdota sucedió frente a La Selva. Un lugar que
se llamaba La Cima. Era otro lupanar que no cerraba. Ahí llegaban los borrachos
que eran corridos de los antros. Ahí se amanecían disfrutando de las calientes
parroquianas vendedoras de caricias y favores sexuales. Pero el personaje en
aquellos ayeres era un tipo cualquiera, sin trascendencia, como cualquier
borrachín de los que ahí abundaban. Hoy es un alto funcionario universitario.
Era asiduo a ese lugar, hasta una novia llamada Rachel se hizo. No se sabe si
le daba algunos “chelines” para disfrutar de sus caricias o nomás era su amiga
de “confianza”.
En ese lupanar se hizo de un amigo a quien, en estos
difíciles tiempos para la sobrevivencia humana, donde no hay empleo y la vida
es muy cara, se le ocurrió irle a pedir empleo ahora que es un alto funcionario
universitario. El amigo, con la confianza de saberle muchas cosas íntimas de
aquellos aciagos tiempos donde eran tan mortales como cualquiera de la gruesa
lista de borrachines que ahí pululaban, equivocadamente pensó que de inmediato
se integraría a las filas de los trabajadores universitarios. Pero no.
Mayúscula fue su sorpresa cuando descubrió que aquel amigo fiel, tan atento y
servicial, se había transformado ahora que era un alto funcionario
universitario. Con prepotencia le dijo que no había manera de incorporarlo a
las filas de trabajadores universitarios y que ni se le ocurriera decir las
cosas que en aquel lupanar habían pasado. Seguramente no le tuvo miedo porque
el de la trinchera ¿como sabe de Rachel? Ah!! Y no vayan a pensar que estoy
escribiendo de Juan López Salazar eh?
Y ahora esta ultima reflexión: Si de casualidad los dos
personajes en comento fueran el “pelón” Hernández Escobedo y Juan López
Salazar, ¿se imaginan como estuviera la Universidad? Para empezar el color no
fuera el azul sino el morado o lila y los funcionarios serían del grupo gay
universitario. Afortunadamente no es así porque estos dos personajes nomas usan
al universidad para hacer negocios económicos y políticos mediante la
corrupción, la impunidad, la violación a las leyes y al estado de derecho. Así
las cosas. robertogbernal@gmail.com
PD. Y se otras anécdotas.
Hay unas que me gustan y que se refieren a unos viajes a Talpa. En alguna otra
trinchera se las contaré. Por hoy disfruten su fin de semana. ¡Nos veremos!
Dijo el ex gobernador mas honesto que tenemos los Nayaritas. www.trincherauniversitaria.blogspot.mx