Ayer me encontraba a la entrada del
hospital del ISSSTE. Una señora de avanzada edad, caminaba lentamente,
trabajosamente, con dificultades. Había estado siendo atendida en las
instalaciones de dicha institución. La anciana señora me preguntó dónde quedaba
el desayunador de la gente, ese que con pompa y platillo el gobernador anunció
como apoyos increíbles para las personas que no tuvieran que comer. Ahí se les
resolvería el problema.

Llegamos
al desayunador del que imaginaba competía con los mejores desayunadores de los
hoteles de la ciudad de Tepic. Casi estuve a punto de invitar a mis amigos a
desayunar por ahí para comentar la farándula política. Pero no, quede
inmediatamente decepcionado.
Para
poder accesar al disfrute de la riquísima gastronomía ofrecida por el gobierno
de la gente, la ancestral señora fue sometida a un duro interrogatorio casi parecido al que le
hacen los delincuentes en la procuraduría,
claro, adaptado al objeto del que hablamos. ¿Cómo se llama? ¿Qué edad tiene?
¿Cómo se llama su paciente? ¿En qué habitación se encuentra? Etc etc etc. En un
descuido y le hubieran pedido el acta de nacimiento. La CIA les queda corta.
Soporté la embestida que le realizaban a la septuagenaria con la andanada de
preguntas, acompañé a la antigua señora con tal de que le dieran de desayunar
y, supongo, por la exigencia tan dura de requisitos, por lo menos pensé que le
darían algún sirloin o ya de perdis una carne asada.
Grande
fue mi sorpresa cuando, entre el montón de gente que iba a disfrutar de los
desayunos de la gente, la respetable anciana comenzó degustar su platillo. Un
pegoste de frijoles con tres pedacitos de queso. Los tuve que contar por la
razón de que me dije “me voy a quedar aquí, no vaya a ser que tenga que
regresar a la señora con la indigestión que le produzca la inmensa cantidad de derivados
lácteos que le dieron para acompañar sus frijolitos”. Eso sí, el desayunador de la gente lleno de fotos
con el rostro del gobernador.
Después
de haber hecho mi labor social y haber ganado indulgencias con el señor de los
cielos, no Amado Carrillo por supuesto, me dispuse a cumplir con mis
responsabilidades de dirigente sindical. Llegue a mi oficina y, desde luego, había
algo de gente en espera de que se les apoye en la solución de sus problemas.
Entre ellos, atendí a un joven docente de una Universidad privada. Me pasó la
información acerca de lo que recién acababa de hacer nuestro buen amigo, el
presidente municipal de Tepic.
¿Qué
hizo? Pues tomó decisiones importantes para nosotros los ciudadanos, decisiones
que tienen que ver con el tema de nuestra seguridad. O sea ¿Qué?. Pues compró
patrullas. ¿A cómo creen que le costaron las patrullas? No les doy la cifra
exacta, pero cada una costó más de un millón de pesos. Así como la ven mis
estimados y finos como aguantadores cuatro lectores.
Obviamente
la duda me embargó de inmediato. ¿Pos de qué son? ¿o que traen? Claro está, mi
seguridad como ciudadano bien vale la pena ese gasto, pero si hay tanta
tranquilidad y paz social como se presume, ¿entonces pa´ qué hacer ese gasto? Sería
conveniente que nuestro buen amigo el Toro nos informara muy bien a los
ciudadanos ese tema. También, dado que siempre soy mal pensado, me dije “Ese
Toño Echevarría ya hizo negocios con el Toro”, pero no, me dicen que aunque son
camionetas RAM, o sea de las de Toño, tal parece que no se las compraron a él.
Dicen que vienen de por allá del Estado de México. En fin. robertogbernal@gmail.com
PD. Bien por el gobernador por haber
conseguido el dinero para hacer realidad la carretera Tepic San Blas. Mis
felicitaciones al ejecutivo. www.trincherauniversitaria.blogspot.com