Dada la importancia de la columna publicada por Gerardo Sandoval en el periódico El Guardián (circula en Puerto Vallarta) en su edición del 4 de febrero del presente año, la transcribo íntegramente en dos partes. Aquí va la primera. Dice así. “A eso de las diez de la noche, de cualquier dia, el centro de la ciudad de Tepic, ofrece la sensación de ser un pueblo fantasma. El primer fin de semana del enero, lo pudimos constatar. Este último fin de semana, no era distinto. A la media noche del domingo, se escuchó otra vez el tableteo de los rifles automáticos, armas de largo alcance, accionadas por individuos que han elegido actuar al margen de la ley. En la capital del vecino estado, nuestros paisanos parecen oler en el ambiente lo tenso en que viven en las últimas semanas. Los otros, los que aparentemente son parte de los grupos antagónicos en abierta pugna, saben las razones por las que viven enfrentados.
Hará cosa de dos semanas, quizá más días atrás, nos ofrecían información de lo que podía venirse. Nos advertían que días aciagos podían venirse encima de la capital cora. La información, si bien de cierta confiabilidad, sólo establecía rupturas entre algunos capos que operan en distintos puntos del país que coincidían en Tepic y mantienen fuertes intereses en todo el territorio estatal.
En la última declaración del procurador del estado de Jalisco, Tomás Coronado Olmos, se pueden hallar algunas explicaciones. Ya antes, el titular de la secretaría de seguridad pública, también de Jalisco, Luis Carlos Nájera, ha sido puntilloso en el mismo tema. Los funcionarios jalisciences, sostienen que en Nayarit están atrincherados pistoleros del gruopo denominado “zetas”. A ellos culpan de incursionar en poblados de Jalisco s perpetuar violentos atentados contra policías. También a ellos atribuyen encarnizados enfrentamientos en los municipios de Magdalena y Tequila.
Los habitantes de Nayarit, sobre todo de la capital, están pagando cuota de oscuros acuerdos que encumbrados políticos pactaron con los grupos delincuenciales. Nadie puede explicarse la enorme presencia de grupos de narcotraficantes en Nayarit si no es con la complacencia de policías y políticos. En Nayarit, entre quienes conocen el mundillo de la delincuencia, mucho se platica que el propio gobernador, Ney Manuel González Sánchez no es ajeno a la violencia que hoy azota a la capital. Se nos afirmó que cuando la balacera de hace unos días, programó un viaje a Europa. La sangrienta gresca de la noche del domingo y madrugada del lunes, lo sorprendió y debió dar a cara. Y como para crear confusión, recriminó al alcalde de Tepic, Roberto Sandoval Castañeda no dar la cara.
Para un sector de los habitantes de Nayarit, son precisamente los gobernantes los responsables de la violencia que hoy ellos sufren. Basta platicar con determinados personajes para escuchar historias que entrelazan a políticos y a capos. Son historias que por obvias razones nadie se atreverá a hacer públicas pero que de boca en boca se difunden por las rancherías. Ya antes relatábamos cómo en el sur de Sinaloa, ciudadanos y policías sufren los embates de pistoleros que de territorio cora incursionan y echan bala. Ya se dieron pormenores de las bajas sufridas por el ejército en el vecino San Sebastián de Oeste. Más allá, en las brechas que bajan y suben de pueblo en pueblo, de Nayarit a Jaliso, o a la inversa, ya también les es familiar escenas dantescas, ríos de sangre, enfrentamientos de malos y buenos.
El origen de las disputas en Nayarit parece desprenderse de la muerte de uno de los Beltrán Leyva en Cuernavaca, Morelos. Este grupo está convencido que el deenlace se originó por una o más traiciones y se lo atribuyen a un violento pistolero, apodado “la barbie”. Desde hace ya varios años manejan ese apodo para un tal Edgar Valdez Villarreal, a quien le atribuyen fama de violento hombre, habilidoso jefe de pistoleros que alguna vez operó para el llamado cartel de Juárez y en los años recientes, operó para los Beltrán Leyva. Información ya más confidencial permite establecer que “la barbie” buscaba la forma de romper su acuerdo con los Beltrán, sobre todo después de que al ser encarcelado Alfredo “El Mochomo”, Arturo Beltrán estaba decidido a recurrir a la violencia extrema en contra de sus enemigos pero también contra instituciones de gobierno. “La barbie” se oponía a enfrentar a los militares, en abrir el frente contra policías federales, estatales o municipales. Pactó su permanencia en este bando con Arturo Beltrán y a él le respondía. Cuando éste cayó abatido por marinos en Cuernavaca, supuestamente formalizó su adhesión al grupo del llamado cartel del pacífico, el bando cuyo liderazgo se le atribuye a Joaquín”El chapo” Guzmán. Quienes le son fieles a la pandilla de los Beltrán presumen que ese paso lo había dado mucho antes y el indicio de traición lo ven al no haber acudido a aquella famosa narcoposada, donde fueron detenidos varios grupos de música norteña, unos días antes de ser acribillado”. Hasta aquí la primera parte, lo bueno está en la segunda. Espérenla mañana. robertogbernal@gmail.com
PD. ¡Esta semana el capítulo 76 de la novela del asesino de vacas que llegó a ser presidente municipal! www.cainay.blogspot.com