
““Por este conducto hago de su conocimiento la
decisión de renunciar a mi militancia en el PAN, a partir de esta fecha, y le
ruego dar la indicación pertinente al área responsable para eliminar mi nombre
del padrón partidista. Cuando me afilié al PAN, lo hice con la convicción de que
me encontraría en un partido formado por, para y de los ciudadanos libres de
este país. Cuando observo lo que se hace con los padrones de afiliados del
partido, ciertamente en el Distrito Federal, constato prácticas añejas de
corporativismo que, personalmente, repudio. De igual manera, la conducta de los
legisladores del PAN al avalar el reparto de fondos públicos, que devienen en moches, habla de una descomposición
política y ética en la conducta pública de quienes, en órganos de
representación popular, dicen representar a todos los panistas. He llamado
públicamente a los legisladores a que renuncien a recibir esos fondos, sin
haber recibido respuesta alguna. El hecho de recibir esos fondos perpetúa una
tradición de corrupción en el sistema político y contribuye a profundizar la
crisis política que vive el país. Así, percibo que el PAN, en vez de ser la
solución a la crisis nacional, se ha convertido en parte del problema. Dejo en
el PAN a muy buenos amigos y amigas, con talante de lucha y sin miedo a la
democratización del país. Le sugiero, modestamente, aprovechar esa energía de
las bases. Atentamente, Ricardo Andrés Pascoe Pierce”
Primero quiero decirles a mis
escasos lectores que jamás había militado en ningún partido político. Me
convencí que desde la ciudadanía tampoco se podía hacer mucho, por eso decidí
incorporarme a un partido. Seleccioné al PAN. No al PRD porque el Judas Acosta
Naranjo impediría una real participación. Era en el PAN donde podía tener
alguna posibilidad de participación. Pronto me convencí que no era así. Duré
escasamente un año sin ser considerado para una simple opinión, mucho menos
para opinar o votar sobre nuestros candidatos. Ramón Cambero y compañía eran la
fiel representación de la pudrición de un partido que se sigue manejando como
franquicia personal y de grupo.
Sumado a lo anterior, la práctica de
los moches y los escándalos de lideres nacionales con las teiboleras, junto con
los escándalos de corrupción a niveles alarmantes me obligan a no ser parte de
un partido que maneja una doble moral. Me regreso al estatus de ciudadano
simple y mortal que siempre tuve y reconozco que fue un error político haberme
metido a un partido en aras de que las opiniones que vierto en los medios de
comunicación sobre la transformación de Nayarit pasaran de ser una simple opinión,
casi una quimera, a ser una practica
política dentro de las instituciones políticas de este país para lograr el
objetivo de sacar del bache a Nayarit.
Reconozco que en el PAN hay gente
valiosa, desgraciadamente esa gente valiosa por lo regular está fuera de las
decisiones dada la, tal como dice Ricardo Andrés Pascoe, “descomposición
política y ética en la conducta pública de quienes, en órganos de
representación popular, dicen representar a todos los panistas”. Y más ahora
que se dio a conocer el cónclave de los “dueños” del PAN en Nayarit para
impulsar como candidato a diputado federal a un fiel representante del trafico
de influencias, a un típico personaje que sólo le interesa el poder y el dinero
y no las causas sociales, a un personaje que deviene de una familia que hoy lo
“potrea” para seguir con la práctica de hacer negocios desde el poder, con la
idea de usar el poder para acrecentar fortunas realizadas al amparo del
ejercicio gubernamental. Si me refiero a Antonio Echevarría García.
Si como ciudadano no acepto que
sigamos construyendo un México donde los corruptos sigan entronizados en las
esferas de decisión de la vida pública. Mucho menos lo puedo aceptar siendo
integrante de un partido en el que tendría que promover el voto para un
traficante de influencias. Sé que mi salida del PAN no cimbra para nada a la
militancia ni mucho menos al partido. Tampoco espero que eso sea así. Pero si
deseo ser congruente entre mis opiniones públicas y mi práctica política. No
militaré en un partido que se maneja como franquicia ni mucho menos aceptaré
que sigan imponiendo candidatos que son la típica imagen de lo que debemos
combatir en este país: a los traficantes de influencias, a los corruptos.
Espero que las instancias correspondientes del PAN tomen nota de esta posición
política pública y tomen las medidas pertinentes para el caso. robertogbernal@gmail.com
PD.
Creo firmemente en que el sistema de partidos debe cambiar, no desaparecer.
Creo que México merece una reforma política de mayor calado en la que los
partidos también sean sometidos a la rendición de cuentas, a la transparencia y
que se realice una reforma para que dejen de ser empresas particulares y de
grupo y en su lugar se conviertan en lo que siempre debieron ser: canal de expresión
social. www.trincherauniversitaria.blogspot.mx