Mucho se ha dado por hacer encuestas. Hasta cualquier hijo de vecino se avienta encuestas. Desde luego que muchos de los que hacen encuestas sólo revelan su ignorancia en dicho tema. Por otro lado, las empresas que se dedican a hacer encuestas, en muchos de los casos sólo se dedican a vender la marca de su empresa o a venderle ilusiones al aspirante que las contrata. Son muy pocos los casos en donde se hacen encuestas serias. La seriedad de una encuesta implica profesionalismo y, es ése profesionalismo el que da confianza en los resultados de la encuesta para sacar conclusiones y tomar las medidas pertinentes.
Desde luego que yo no estoy de acuerdo en una encuesta para definir el candidato, en este caso, de la alianza opositora. Una encuesta en una simple foto del día, hora y segundo en que se realiza. Después definitivamente ya no sirven. La realidad es cambiante, y más las realidades políticas que tienen las características de ser muy dinámicas. Tan sólo con la decisión de algún dirigente social que se mueva en otro sentido los resultados de la encuesta pueden variar. Hay muchas circunstancias que hacen que se modifiquen los resultados, desde elementos puramente técnicos que se derivan de la planeación y ejecución del muestreo hasta las decisiones gubernamentales, el ambiente político social, una simple gestión, etcétera, son muchos los factores que hacen muy vulnerable un resultado de una encuesta para tomar decisiones tan importantes por escoger al que será nuestro gobernador. Coloquialmente, para ejemplificar esto, les pido a mis lectores que les tomen una foto y de inmediato les tomen una segunda y les aseguro que ya no salen igualitos. Que ya se les movió un cabello, que ya la corbata salió más chueca, que el peinado se movió, en fin, las circunstancias cambian.
Una encuesta no es otra cosa más que aplicarle las preguntas a un grupo de la población dado que, por cuestiones de tiempo y recursos, no se puede hacer un censo. Se aplican a una muestra de la población. Y el objetivo es hacer inferencia sobre la población a partir del muestreo. Por tanto, la muestra debe ser representativa de la población y, por supuesto, hay distintos tipos de muestreo. Pero una encuesta seria y profesional tiene requisitos, no es nomás hacer las preguntas y agarrarse preguntando a “juan cuerdas y mangas mochas” o, agarrarse el directorio telefónico y hacerle las preguntas a uno de cada diez o cinco a partir del directorio. Por ejemplo, en una encuesta para definir la candidata ¿La población objetivo deberían ser todos los adultos que pueden votar? ¿Todos los votantes registrados? ¿Todas las personas que votaron en la última elección? La respuesta a cada interrogante afecta el resultado de la encuesta.
Para ejemplificar esto, a mis escasos lectores les hago las siguientes preguntas: ¿A cuantas gentes entrevistarían en la colonia dos de agosto para saber si el candidato para gobernador que decidirá ésa colonia debe ser Martha Elena? ¿A quienes entrevistarían? Esto no es tan fácil de decidir y ello sin considerar cuestiones técnicas que pueden sesgar el resultado, como por ejemplo la redacción de las preguntas o el orden de los aspirantes. Para resolver estas cosas desde luego que hay cuestiones técnicas de tipo probabilístico que no cualquiera domina. Les modifico ahora la reflexión: Si ustedes supieran que todos los de la colonia dos de agosto apoyan a Martha Elena, entonces con preguntarle a uno sólo bastaría para decidir que toda la colonia dos de agosto está con Martha Elena. Pero, les pregunto, ¿Las empresas encuestadoras saben eso? Desde luego que no saben ni conocen la realidad política estatal, por eso asumen un valor muy cómodo para definir esa proporción, por lo general asumen el 50%, es decir, asumen que el cincuenta por ciento apoyaría a Martha Elena y sobre esa base determinan el tamaño muestral.
En fin, hay muchas cosas, desde el punto de vista técnico como político que hacen que una simple encuesta, así sea bien diseñada, sea el método para elegir candidato. Es como un volado. Sobre todo si la decisión se hace ocho o seis meses antes de la elección. Por eso entonces es mejor pensar en otro método para definir al candidato. Si no hay negociaciones en lo oscurito es mejor definir un método que tome en cuenta muchos factores que de todas maneras influirán en el resultado electoral. Pero esta propuesta se las hago en otra columneja, por cuestiones de tiempo hasta aquí la dejo, concluyendo que los Nayaritas no podemos dejar nuestro destino lo dirija una persona que surgió de la realización de una simple como etérea y confusa encuesta. Aclaro que no le quito para nada el valor probabilístico que tienen las encuestas para tomar decisiones, pero que sea el método para definir el destino de un pueblo, me parece insuficiente. robertogbernal@gmail.com
PD. ¡Vámonos este sábado a las dos de la tarde al rancho El Quevedeño! Festejaremos el santo de Martha Elena. No se valen acarreados. Todos los que quieran venir desde los municipios van a tener que cooperarse para poner su autobús, Y si no pueden venir, es seguro que Martha Elena si la invitan acudirá a los municipios de todas maneras para agradecerles las muestras de cariño que le han estado haciendo por el día de su santo. www.cainay.blogspot.com