05 diciembre 2016

EL RECTOR ES RESPONSABLE DEL TIMÓN, PERO NO DE LA TORMENTA


El título de esta columna es una frase que acuñó ayer en la mañana, en el seno del consejo general universitario, el tristemente célebre ex rector Salvador Villaseñor Anguiano, un funcionario que representó en su tiempo, lo más podrido de la UAN, pues fue en su periodo donde inició el florecimiento de la corrupción universitaria. Y tiene una gran dosis de razón, no creo que ningún rector se sienta dios como para sentirse responsable de generar tormentas y vientos huracanados.
            Efectivamente, son responsables del timón, de ese timón que lleva el control del barco que se llama UAN. Son los rectores quienes, con el control del timón del barco, lo dirigen a buen puerto o no. En el caso de Nacho Peña, aún no se sabe hacia dónde lo dirige, el barco está en medio de un huracán de amplias proporciones, un huracán que casi lo tiene a la deriva. De su pericia, de su fortaleza y de su temple como capitán del barco, dependerá en gran medida que este barco llegue a buen puerto. Y la flota que acompaña al capitán Nacho Peña, debe sumarse a ese esfuerzo, a la lucha por vencer los efectos de una tormenta que amenaza con hundir al barco.
            En ese esfuerzo no todos jalan parejo con el capitán del barco. Hay traidores. Son esos que quieren seguir aprovechándose de lo que puedan saquear del barco, son esos a quienes les interesa primero conservar sus privilegios y canonjías en lugar de que el barco se salve y se repare. Ahí es donde el responsable del timón, que sabe que tiene traidores, debe actuar y hacerlo con responsabilidad. ¿O dejará que sigan haciendo de las suyas?
            Hasta ahora, esos traidores al barco que se llama UAN, en lugar de quitarlos de funciones importantes, se les conceden y se les ratifican los espacios que, desde hace mucho tiempo, desde esas posiciones, medran y saquean al barco. ¿Cómo entender que el capitán del barco, ese que tiene el control del timón, quiera llevar a un buen puerto a la nave y sus marinos, si mantiene en el cuarto de máquinas a quienes no le ayudan a sacar al barco del huracán financiero que hoy lo tiene a la deriva?
            Y es que el mensaje que envía el rector al pueblo y a la comunidad universitaria es confuso, no tiene claridad. Por un lado, dice y declara a los cuatro vientos que será transparente, pero en los hechos la falta de transparencia es el pan de cada día. Luego declara que se conducirá con apego al estado de derecho y en los hechos siguen las mismas prácticas, como, por ejemplo, la reciente integración del consejo general universitario se hizo con base en legalizar a la FEUAN como la única organización estudiantil, no se lanzó convocatoria para definir a la organización estudiantil mayoritaria como dice la ley. O continuar realizando consejos generales universitarios donde la inmensa mayoría de los universitarios no saben de esas sesiones, mucho menos del orden del dia.
            Sin duda alguna, los que vamos dentro del barco que se llama UAN, estamos en la mejor disposición de apoyar los esfuerzos titánicos que hace el rector Nacho Peña para llevar al barco a buen puerto. Pero se ocupa que el capitán quiera que se le ayude, porque hasta ahora, solo quiere la ayuda de los traidores a la UAN, de los saqueadores de la UAN. Que por cierto ni le ayudan. Y digo esto porque los coloca precisamente en las partes del barco que son fundamentales para que no llevan a la nave a la deriva. Es como poner la iglesia en mano de Lutero.
            La tormenta que hoy vive la UAN no tiene sus raíces profundas a partir de la salida de Juan López Salazar de la rectoría. Tiene muchos, muchísimos años incubándose como un engendro que fue creciendo silenciosa pero vertiginosamente en lo más profundo del alma mater, en sus prácticas cotidianas de tráfico de influencias, de impunidad, de pudrición de los valores supremos que deben regular la vida universitaria. Ese engendro se incubó precisamente en la administración del autor de la frase citada.
A partir de con Salvador Villaseñor inició la corrupción y se desarrolló con el resto de los rectores. Desde luego que no son responsables de la tormenta, porque no solamente ellos fueron quienes les bailaron a los dioses de la lluvia, no solamente ellos hicieron sus danzas para provocar la lluvia, sino que los líderes de los sectores y sus charalillos también bailaron la danza indígena llamando al dios de la lluvia para que desatara la tormenta. Y lo lograron. Se acabaron la gallina de los huevos de oro, esa gallina a la que no le permitían a nadie que la tocaran porque la protegían y la siguen protegiendo con el manto sagrado de la autonomía universitaria.
Conociendo a Salvador, seguramente que la frase acuñada tiene la intención de mostrarle una postura zalamera a Nacho Peña. Es una frase con la que trata de exonerarlo de cualquier responsabilidad, pues “no es responsable de la tormenta”. Pero los universitarios tenemos claro que, si Nacho Peña no se deslinda, así como tibiamente lo hizo con la denuncia que supuestamente presentó ante la fiscalía general del estado, entonces también, al igual que los rectores desde con Salvador Villaseñor a la fecha, tendrá responsabilidad. Nacho está a tiempo de salvarse, pero depende de hacia dónde gire el timón.
PD. Los políticos que quieren mucho a Nayarit, y que quieren gobernarnos ¿por qué no consiguen el dinero que le hace falta a la UAN para pagar los aguinaldos?

            

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