
Para empezar, meterse a un proceso así implica una serie de confrontaciones con quienes ganaron la elección. Eso no solamente es pérdida de tiempo sino que es más desgaste político, de ese del que los ciudadanos ya estamos enfadados. Si se anulan las elecciones ya no hay tiempo para organizar otro proceso, esto significa que un vez que Ney termine, el congreso deberá designar un gobernador interino. Sería la legislatura, esta nueva legislatura en la que el PRI tiene mayoría, la que nombraría el gobernador interino. Es decir, los empresarios prefieren que el PRI designe al gobernador interino para que éste le de cauce a nuevas elecciones. Esto sin contar que se empalmaría esa nueva elección con las presidenciales. Todo un verdadero “desmadre”.
Para Nayarit es a todas luces inviable anular las elecciones. Quizá hay irregularidades graves que se deben documentar y presentar ante las instancias correspondientes para que las autoridades procedan conforme a derecho y se sancione a quienes haya que sancionar. Pero de eso a anular el proceso es una postura que se me hace irracional, es meter a Nayarit en una vorágine de mayor inestabilidad política.
La ciudadanía ya se expresó, chueco o derecho, fue un proceso muy pero muy tranquilo. Si hubo mañas, trampas, mapacheos y argucias de distinta naturaleza, no solamente fueron imputables al PRI, también lo hicieron otras opciones políticas. Que las del PRI fueron las que más se notaron y las más escandalosas, es cierto, eso no eso no es novedad, eso ya se sabía que harían. Pero si ya se sabía, entonces no debemos echar abajo la elección porque la oposición tuvo incapacidad política para combatir esas prácticas. Tampoco justifico que se hagan esas cosas, no, lo que digo es que todo eso es lo que debemos cambiar de aquí en adelante, porque nadie garantiza que, suponiendo que haya nueva elección, que esas prácticas no se vuelvan a hacer. Habría nuevas impugnaciones y entonces ¿Procederíamos nuevamente a anular las elecciones?
Es completamente inviable, no procede. Lo que le conviene al estado no es hacer nuevas elecciones, sino que lo que procede es configurar la nueva clase política para construir acuerdos que fortalezcan la economía, la sociedad y la política del estado. Son necesarios los acuerdos políticos entre las fuerzas estatales para que juntos, bajo el liderazgo de Roberto Sandoval, quien será el nuevo gobernador constitucional, se generen las condiciones para lograr elevar el nivel y calidad de vida de los Nayaritas.
Por eso les digo a mis escasos lectores que ya llegó el tiempo de construir, no de destruir. Claro está que las primeras medidas que tomará mi tocayo van estar en la mira de todos. Desde el principio sabremos si mi tocayo va a “chafear” o no. Desde el inicio vamos a saber si mi tocayo construirá un gobierno distinto al de Ney o será “la misma burra nomás que revolcada”.
Anular las elecciones no solamente es enfadoso para los ciudadanos, sino fundamentalmente es costoso económica y políticamente para el estado. Lo más viable y más racional es reconocer la elección, proceder al conteo de voto por voto donde hay problemas serios, castigar los delitos denunciados y documentados pero avanzar en la construcción del nuevo gobierno estatal, municipal y en la nueva legislatura.
Siento que declarar la anulación de las elecciones es como un medida desesperada de los empresarios porque no salió triunfadora la opción a la que le apostaron, quizá esté equivocado en esa apreciación, pero yo no veo un estado caracterizado por revueltas políticas y sociales a lo largo y ancho de la geografía estatal como para decir que se requiere iniciar otro proceso. Yo veo tranquilidad, cuando mucho las manifestaciones de Amado Rubio, pero de ahí en fuera todo está tranquilo, con calma, no hay presión social para anular el proceso. No hagamos eco a ese llamado de la anulación, mejor hagamos eco del llamado a la construcción de la nueva clase política Nayarita. No es tiempo de destruir, sino de construir. robertogbernal@gmail.com
PD. Feliz fin de semana!