16 febrero 2010

LA INTOLERANCIA DE NEY

Algunos amigos columnistas han etiquetado al gobernador Ney González como autócrata. Otros los han llamado monarca. Otros más lo denominan virrey. Luego también le han llamado señor feudal. Todas estas denominaciones no tienen sentido desde el punto de vista académico o científico, sólo adquieren importancia desde el punto de vista ideológico y político, como parte de la confrontación entre dos formas de concebir la actividad gubernamental. Lo importante es describir los rasgos del gobierno, sus características fundamentales y que estas sean entendibles para el común de los ciudadanos.

El gobernador se ha caracterizado por realizar una concentración del poder institucional de manera irracional. Tiene bajo su control el poder judicial, el poder legislativo, las instancias dedicadas a la transparencia del ejercicio público, las instancias encargadas de impartición de justicia, incluyendo la justicia laboral, no se escapan a este control las instituciones de derechos humanos, tiene “caballos de troya” en los partidos políticos y, por supuesto, tiene el control total de los medios de comunicación. Gracias a ese irracional control de la vida institucional, el gobernador puede hacer y deshacer a su libre albedrío. Puede endeudarse excesivamente, puede hacer negocios desde el poder sin que nadie lo critique, puede corromper, puede modificar las leyes a su antojo, puede inventar impuestos, viajar sin límites de ninguna especie, en fin, puede ejercer el poder de manera discrecional, absoluta. No existen en Nayarit los equilibrios políticos que puedan limitar los excesos gubernamentales.

Este tipo de gobiernos pueden florecer gracias a que los partidos políticos opositores no han sido capaces de ser vehículos de la expresión ciudadana, sino que más bien se han convertido en clubes de amigos que pretenden escalar posiciones de poder mediante la venta de la franquicia que controlan, mediante pactos con el gobernante en turno y repartirse las ventajas económicas y políticas (platos de lentejas) que representan tener el control de esa franquicia. Pero también florecen a hecho insoslayable de que tenemos una sociedad pasiva, apática, que también a veces por temor, no sale a manifestar sus inconformidades. Esa pasividad quizá sea explicable por la falta de garantías jurídicas que permitan la participación de la ciudadanía como el referéndum, el plebiscito, o en el plano electoral las candidaturas ciudadanas. Otro factor que también permite que florezcan ese tipo de gobiernos, son los medios de comunicación. Estos son negocios, empresas privadas, pero tienen una responsabilidad social que no han cumplido, se han quedado en el nivel del negocio, en el nivel de obtener lucro pero jamás han pensado en ser el cuarto poder, ese poder que tiene la responsabilidad de fortalecer la cultura cívica de los ciudadanos.

Este tipo de gobiernos, concentradores del poder en una sola persona, son muy proclives a la corrupción y a la intolerancia. Las evidencias de la intolerancia de Ney han sido varias. Hay intolerancia cuando se impulsa una reforma a la ley con tal de impedir la organización de la ciudadanía en un partido político local, tal como le sucedió al Navarrismo en su mejor momento. Hay intolerancia cuando se reforma la ley para que los candidatos a elección popular no “hablen mal” del gobierno, tal como sucedió en las pasadas elecciones locales intermedias. Hay intolerancia cuando se reforma la ley para tratar de “meter al bote” a todo aquél que a juicio de Ney, genere rumores o difunda información que “ponga en peligro la estabilidad del gobierno” (Ley mordaza). Hay intolerancia cuando en las redes sociales (facebook) se trata de acallar a los que disienten hasta llegar al grado de la amenaza. Hay intolerancia cuando se silencia a los medios de comunicación mediante el poder del dinero público y por supuesto, hay intolerancia cuando se trata de boicotear toda acción de manifestación ciudadana que no puede ser comprada o silenciada con el dinero del pueblo administrado por el gobierno. La caravana contra el placazo, los volantes y las calcas, las marchas y manifestaciones no han podido ser borradas de la expresión ciudadana pero si han sido combatidas con volantes y calcas hechos desde el gobierno, con difusión en medios de radio y televisión pagados desde el gobierno para sofocar estas expresiones, con columnistas y reporteros pagados por el gobierno para descalificar estas expresiones y lo último, con el uso de las instituciones y recursos del gobierno como las ambulancias, para tratar de boicotear las concentraciones ciudadanas que repudian al derrochador y corrupto gobierno Neycista. Todas esas son muestras de la intolerancia de Ney. Podemos llamarlo como queramos, autócrata, señor feudal, virrey, monarca, pero sus rasgos son esos, y la intolerancia es uno de ellos.

¿Cuáles son las reacciones de un gobernante intolerante cuando ve que su poder va de picada? Son reacciones virulentas, despiadadas, irracionales al grado de cercenar completamente las libertades constitucionales, y aquí es donde hay que tener mucho cuidado, porque los grados de reacción pueden llegar hasta el asesinato político. Yo espero que Ney sólo llegue hasta el nivel de gastarse el dinero público, hacer negocios y comprar a los medios de comunicación, a lo demás, espero que no. robertogbernal@gmail.com

PD. ¡Esta semana el capítulo 77 de la novela del matón de vacas! A los ochenta se publica el libro. Dicen que ahora que los Beltrán Leyva están siendo desplazados, el alcalde de Tepic, Roberto Sandoval, menos tiene posibilidades de ser el candidato del PRI a la gubernatura, por tanto, el que va creciendo fuerte para ocupar esa candidatura es Gerardo Montenegro un joven político que no tiene las mañas de los caciques, y que es parte de las nuevas generaciones de políticos que se ubican en el nuevo escenario político donde los acuerdos, los consensos, la tolerancia y la congruencia, deben ser signo de la práctica política. www.cainay.blogspot.com

OTRA DENUNCIA CON NAVARRO ¿Y?

CON NAVARRO QUINTERO EN 2018 ¿Y?