Silva Gámez sigue su lucha, sin que nadie haga eco de las permanentes denuncias sobre impunidad y corrupción que su caso personal ha hecho evidente. Todo es silencio. Ni panistas, ni priistas ni izquierdistas salen a la palestra para decirle a Silva Gámez: combatiré la corrupción y te haremos justicia. En el gobierno también hay silencio, y a veces algo de demagogia cuando se dice que nadie debe hacer justicia por propia mano, que para eso están las leyes. Palabrería hueca. No hay voluntad de hacer justicia. Hoy Silva dice así: “Robert, lo que dije en tu publicación del pasado 14 de octubre, describiendo un folklórico paisaje Nayarita donde existe una universidad pública con licencia oficial para practicar corrupción, un sindicato universitario (SPAUAN) que cobra cuota a sus maestros sindicalizados pero no los defiende, un gobierno que cobra impuestos pero que no garantiza el estado de derecho, y entre muchas cosas más, también existe una izquierda que no es izquierda sino una empleada doméstica del viejo régimen (PRI), desde luego con algunas honrosas excepciones, por estos detalles, soy panista. Lo que dije sobre la folklórica izquierda y sobre el viejo régimen (PRI), tiene una sólida base histórica repleta de indicadores.
Tomemos como punto de partida un caso que todos conocemos: la masacre de estudiantes del 2 de octubre en Tlatelolco en 1968. El Partido Acción Nacional tiene un órgano oficial de difusión, la revista “La Nación”, que en su edición 1962 del primero de octubre de 1968, relata cómo al inicio de las hostilidades entre estudiantes y gobierno, se realizaban foros en los que participaban profesores y estudiantes, donde el Partido Revolucionario Institucional nunca intentó hacer escuchar su voz. Únicamente participaron panistas y comunistas. Por el PAN, Aurelio González Alcocer y Diego Fernández de Ceballos. En el congreso estuvo muy activo el diputado y catedrático panista Rafael Preciado Hernández exigiendo respeto a la constitución, a los derechos humanos de los estudiantes y a la autonomía de la UNAM, resaltando que era una institución bien organizada, bien administrada, que estaba dando los resultados que esperaban los mexicanos y el propio gobierno de la república. Les recordó cómo en el inicio de las hostilidades el PAN publicó una carta abierta a la nación, exhortando a las partes a buscar los medios para solucionar los problemas.
Los diputados del viejo régimen con cerebro de ostión, ya habían logrado alianza con los diputados del PARM y del PPS. Esa izquierda folklórica, igual que la mencionada al principio, tildaron de loco el diputado Rafael Preciado Hernández y se pusieron al “mande usted” señor presidente Gustavo Díaz Ordaz. Uno de los priistas más entusiasmados con la masacre era Porfirio Muñoz Ledo, hoy emblema de la izquierda folklórica arrastrando su lema: “Por el bien de la patria estoy de acuerdo con la masacre”. Los resultados de la estrategia represiva del dinosaurio fueron publicados en la revista “La Nación” número 1263 del 15 de octubre de 1968, con impactantes fotografías. El reportaje se titula: “Huichilobos vuelve a Tlatelolco”, se localiza en la portada y en la página 16. ¿Acaso los cerebros de ostión de la policía federal de seguridad no le dijeron al dinosaurio que los panfletos de la convocatoria para la reunión del 2 de octubre en Tlatelolco mencionaban la presencia de grupos de rock (reprimidos en ése tiempo) y que por tal motivo estarían presentes jovencitas y jovencitos que “no tenían vela en el entierro”? Fueron siguiendo el rock y nunca regresaron a su casa.
Permíteme contarte mi estimado Robert otro hecho histórico de profunda trascendencia. Inicia cuando el PRI, personificado en el presidente José López Portillo (Jolopo), nacionalizó la banca e hizo huir del país a empresarios y capitales nacionales y extranjeros, dándole un bajón tremendo al empleo y, para resolver sus “tontejadas”, triplicó la deuda externa. El PRI y la izquierda folklórica levantaron el dedo levantaron el dedo aprobando, aplaudieron y salieron a echarse unas “chelas” y unos tacos de carnitas para alimentar el espíritu revolucionario. Manuel J. Clouthier, estaba hecho de otra madera y brincó al palenque. Inmediatamente “Jolopo” le mandó invasores profesionales al servicio del PRI, pero Clouthier no dejó que sus productivas tierras fueran invadidas. Lo hicieron fuerte sus trabajadores y sus amigos. En 1982 organizó una serie de reclamos públicos por la tal nacionalización de la banca. Fueron reproducidos a nivel nacional y tiempo después la banca regresó a su lugar de origen. Como militante panista, consciente de la fragilidad de la tenencia de la tierra, y de las debilidades del ejido, trabajó el asunto al interior del PAN y en 1988, el día en que “se cayó el sistema” y Carlos Salinas de Gortari ocupó la presidencia con su “ilegitimada” a cuestas, tuvo que incluir en su agenda priista, unos encargos panistas como el “Procede”. Ahí estaba la presencia de Clouthier. Le había quitado al PRI una de sus mejores “vacas lecheras”. Antes el ejidatario no era dueño de su parcela, el PRI se la había prestado y se la podía quitar. Bonita manera de tener reprimido al ejidatario. Por ese “modelito” la superficie del territorio Mexicano fue repartida más de dos veces y media. El paso siguiente, “dominio pleno”, con título de propiedad a nombre del ejidatario y con forma de patrimonio familiar, son logros de la presión panista sobre un presidente priista que arrastraba una pesada cola de ilegitimidad. Manuel J. Clouthier, el “Maquío”, muere en un supuesto accidente automovilístico el día primero de octubre de 1989. Los panistas y la familia Clouthier no nos hemos tragado esa rueda de la carreta. El pésame que recibió la familia de parte del presidente Salinas de Gortari, decía que ya no se mortificaran, que los problemas de la familia se habían acabado (testimonio de Tatiana Clouthier Carrillo, ex diputada federal del PAN, hija de Manuel J. Clouthier). Te seguiré contando de las acciones y obras no conocidas, realizadas por el Partido Acción Nacional. Robert, ¿te estas dando cuenta porqué soy panista?”. Continuará……………………………
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PD. ¡Esta semana el capítulo 64 de la novela del matón de vacas que por supuesto no es Roberto Sandoval! Les aclaro a mis escasos lectores que yo no soy panista. No pertenezco a ningún partido político. Esto se los digo para que no se piense que por publicar las entrevistas a Silva Gámez estoy haciendo labor política para el PAN. Lo mismo puedo publicar entrevistas de perredistas o priistas, es la ventaja de no tener partido político.Eso no significa que no pueda solicitar mi afiliación como militante a algún partido político.
