Por supuesto, hay mucha
indignación social y universitaria ante los últimos acontecimientos que han
pasado en nuestra Alma Mater. Hoy, les transcribo la nostálgica carta que me ha
enviado uno de los maestros hoy jubilados pero que sigue sintiendo en carne
propia todos los avatares que le pasan a la institución a la que le entregó su
vida y a la que ayudó a construir desde diferentes trincheras. Dice así.
“Amigo
Roberto: Podía habértelo dicho como usualmente lo hago, pero quisiera que este mensaje lo pudieras publicar
en tu muy leída columna. Crecí junto a la Universidad, cuando fue creada con
aquel famoso “camino de plata” para su creación. Como lo sabes, soy maestro
jubilado de preparatoria número uno. En aquel entonces, éramos luchadores para
mejorar la institución. Después de 35 años, parece que seguimos siendo los
únicos que estamos despertando. Este es el mensaje. Como el más humilde de los
catedráticos, es necesario reconocer aquellos líderes que lucharon por mejorar
la UAN, dirigentes de catedráticos como el licenciado José Luis Rodríguez
Jiménez, el licenciado Héctor Béjar Fonseca y otros dirigentes y maestros que
lucharon contra la corrupción como Simancas Robles, tú mismo, la maestra Bertha
Arellano, Luis Ignacio Bañuelos (qepd), el licenciado Sánchez Fletes (qepd),
Evelina Flores, el médico Marco A. Pérez Ramírez (qepd), yo mismo y otros
tantos que se me escapan ahorita, y que nos vimos involucrados en una lucha
fuerte para limpiar la Universidad de ese lastre que hoy la tiene hincada.
Recuerdo que luchamos contra drogadictos, violadores, robos e inclusive
asesinatos que como “jefe” de la policía universitaria, el único reconocimiento
que tuve fue el de asesino de trabajadores, pero el tiempo me dio la razón a
pesar de que tres veces me salvé de balazos hacia mi persona.
Pero,
principalmente quiero reconocer a dos rectores que tuve la oportunidad de
servir: Al doctor Petronilo Díaz Ponce
y al licenciado Germán Rodríguez Jiménez,
así con mayúsculas, no como el que tenemos actualmente que, si tuviera vergüenza,
renunciaría, pero antes que me pague lo que me debe la Universidad: el ingreso
de uno de mis hijos y me devuelva el fondo de pensiones que me están robando,
porque yo me jubilé antes de que naciera el fondo.
Y
a mis amigos, a todos los universitarios docentes jubilados también mi
reconocimiento. Y no se burlen por hacer un reconocimiento, porque soy como lo
dije, un maestro universitario, y también valgo. Y no soy de una universidad
que nombran “honoríficos” a gente que no lo merece. No me confundan con un
maestro inservible por ser jubilado para que todos me den cachetadas
guajoloteras. Los jubilados somos parte de la comunidad universitaria y
estamos, al igual que tú, completamente indignados por ver como lo que
construimos con esfuerzo, hoy esté tirado a la basura y no hagamos nada por
rescatarla.
Suerte
en tu lucha, pero yo te pediría que invitaras a los jubilados, nuestros amigos,
que somos una verdadera fuerza universitaria, a que en lugar de que nos digan
en tono despectivo jubilados, hoy nos digan “deshuevados” por no hacer nada.
Somos muchos, pero, desgraciadamente nuestros liderazgos no han estado a la
altura de nuestras expectativas como lo que deberíamos ser, factor de cambio y
transformación de nuestra universidad. Ojalá y pudieran revivir su lucha todos
aquellos luchadores universitarios que tanto le hacen falta a nuestra alma
mater y que hoy está dominada por liderazgos que dejan mucho que desear y por
un puño de vividores que la han sumido en la falta de credibilidad social.
Gracias por tu atención, te mando un fuerte abrazo. Arturo Pacheco Ruiz.”
Hasta
ahí quedó un sentimiento de nostalgia y de añoranza de un maestro
universitario, amigo, quien de manera romántica añora que haya liderazgos como
los de antes. En medio de ese sentimiento, seguramente hay muchos que se
identifican con las palabras de Arturo Pacheco. Especialmente cuando, ahora un
poco “desvencijados” por la edad, acuden a un servicio médico universitario
donde prácticamente los inducen a la muerte. Muchos de ellos son hipertensos y,
en los servicios médicos universitarios les dicen que no hay de su medicamente
o que está fuera del cuadro básico, como si su corazón entendiera esas razones
para seguir funcionando. No hay medicina y se mueren y esa es una política
criminal del actual rector, sobre todo cuando vemos que no hay medicinas para
los jubilados, pero si hay dinero para la FEUAN.
Y
coincido plenamente con Pacheco cuando, desesperadamente, añora liderazgos auténticos
como los de antes. Pero también coincido con él porque los diferentes
gobiernos, argumentando que respetan la autonomia universitaria, han dejado que
los maleantes y vividores internos, se hayan acabado la universidad y dejen en
estado de indefensión a merced de las mafias internas a la comunidad
universitaria. Hoy, después de tanto insistir en el combate a la corrupción, ya
tenemos un resultado, tenemos un ex rector prófugo de la justicia, pero aún
queda su heredero al frente de nuestra institución.
PD. ¿Y quienes nombraron a un
ladrón para estar al frente de la rectoría de la UAN tiene responsabilidad?