Con el riesgo que implica publicar las
sensatas palabras del obispo de la Diócesis de Tepic, respecto de las
elecciones venideras en próximo seis de julio, y también con el riesgo de ser
avasallado por la crítica de los juaristas, lo cual seguramente me pondrá al
borde del suicidio con unas filosísimas galletas marías, aquí se las trascribo.
“Como
Obispo de La Diócesis de Tepic, “porción del pueblo de Dios que se le confía a
un obispo para ser apacentada con la cooperación de sus sacerdotes 1” quiero
presentar algunas reflexiones a propósito de las próximas elecciones en el
Estado de Nayarit que tendrán lugar el 6 de julio del presente año. Estoy
convencido que el sistema democrático es la mejor opción para la construcción y
desarrollo de una sociedad equitativa en México.
Elección de diputados locales y
presidentes municipales:
Cada tres años la
ciudadanía de las distintas entidades federativas acude a las urnas para elegir
diputados locales y presidentes municipales. Los primeros tienen bajo su
responsabilidad conocer las necesidades de los habitantes de cada estado y
reflejarlas en la legislación, pues representan el interés común. Los segundos
son quienes, presidiendo un ayuntamiento, es decir, un conjunto de ciudadanos
que forman un cabildo comunitario, están más cercanos a las necesidades diarias
de quienes constituyen la población en su dimensión territorial más concreta y,
por consiguiente, son quienes con mayor eficacia pueden contribuir a la armonía
y el orden públicos.
Este año se presenta en
el estado de Nayarit el tiempo de elecciones y las campañas de los partidos y
candidatos se han iniciado. Junto con esos hechos positivos, asoma la sombra
del abstencionismo, mal que no sólo afecta a quien deja de emitir su voto, sino
a la sociedad en su conjunto, al cegar o al menos dificultar la democracia, que
más que una acción pasajera es un estilo de vida y la forma de gobierno que ha
resultado más efectiva. Estamos, pues, delante de una oportunidad y de un reto
Oportunidad porque en el
tiempo que falta para la realización de las elecciones, los ciudadanos podremos
evaluar la gestión de quienes terminan su labor pública, valorar a quienes
presentan sus candidaturas en cuanto a su valía personal y trayectoria, y de
evaluar el programa de gobierno del partido en el que se ubican o de su candidatura
independiente. Reto porque en una época en que frases cortas y espectaculares
llamativos hacen más difícil el conocimiento, el comentario sólido y la
reflexión sobre los programas y los candidatos, con mayor razón hace falta ver
y oír más allá de los bombardeos publicitarios.
Conocer la calidad moral de los candidatos
y de sus partidos
A la hora de mirar a los candidatos,
hará falta darse cuenta quiénes son, cuál ha sido su interés por favorecer el
bien común y cuál es su adhesión a valores fundamentales: el respeto a la vida,
a la palabra dada, a la dignidad humana, al fortalecimiento educativo y de la
salud, al trabajo honesto, a la libertad de conciencia y expresión, a la
construcción de la paz. A la hora de mirar a los partidos que los postulan,
hará falta tener en cuenta la congruencia que han demostrado en sus actuaciones
tanto en la elaboración y puesta en práctica de las leyes como en la búsqueda
del desarrollo integral de los mexicanos y los nayaritas.
Como creyentes, además,
nos corresponde confrontar hechos y proyectos tanto con el patrimonio de la
doctrina moral, especialmente en cuanto a la auténtica valoración de la familia
en sus distintos aspectos, como con el de la doctrina social de la Iglesia que
privilegia la noción de la autoridad como servicio y tiene como prioridad el
bien de los pobres, su dignificación y el desarrollo social sin exclusión. El
Papa Francisco ha dicho: “Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero
hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una
sociedad…será imposible erradicar la violencia…Cuando la sociedad —local,
nacional o mundial— abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá
programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan
asegurar definitivamente la tranquilidad”. San Agustín ya había dicho: “La paz
es fruto de la justicia.” Por consiguiente, la paz es una edificación, se
construye. Es un cultivo, se siembra con actos. Es un ideal, se espera y se ora
por ella.
Las campañas, contienda de propuestas
no de descalificaciones
Si las campañas
políticas se integran a base de descalificaciones, de identificación de
“enemigos”, de promesas irrealizables, se falta no solamente a la elemental
cortesía, sino a la auténtica vocación del político en la sociedad actual. Las
campañas tienen por objeto darle realidad a la vida democrática y por
consiguiente las elecciones no son una contienda entre enemigos, ni una prueba
de la que resultan vencedores y vencidos, sino el momento crucial del que
dependerá un futuro de participación y avance compartido, un punto de partida
que conducirá al bien de todos”. Hasta aquí la dejo. robertogbernal@gmail.com
PD. Hace días leí una columna de un
colega en la que convocaba a los ciudadanos a no votar por el PAN para
diputados porque ello significaba llevar al poder al grupo mafiosillo que
comanda mi líder partidario, el Ramoncillo Cambero. Yo le completo esa
convocatoria pero para que los ciudadanos no voten por el PRD para diputados
porque ello significa llevar al poder a los corruptos por la vía plurinominal,
en estricto sentido, me refiero a que si los ciudadanos votan por el PRD para
diputados es como si votaran por la “rata universitaria” El Pelón” Hernández
Escobedo. ¿Quieren una universidad limpia? No llevemos al poder a la “rata
universitaria” www.trincherauniversitaria.blogspot.mx