Rinnnnnng, rinnnnnnnng. Suena el teléfono. Era mi esposa. Estaba “atejonada” arriba de su auto, en un lugar de la colonia Lázaro Cárdenas aquí en Tepic. Me llama para decirme que venia de la guardería y que iba a irse por el lado de la avenida Rey Nayar, pero la alcanzó una patrulla que le pasó “a madres” y de la que los policías, que iban con las armas puestas para cualquier eventualidad, le gritaron ¡desviese, desvíese!. Se puso nerviosa pensando lo peor, se le cegó la razón y como pudo arrancó hacia la Lázaro Cárdenas, donde estaba arrinconada y en donde, producto de la histeria, comenzó a llorar. Temblaba.
En el lugar cerca del Rey Nayar había un muerto. Había muchas patrullas que estaban desviando el tráfico. La gente pasa atemorizada. Así esta toda la población de Tepic, con el Jesús en la boca, atemorizada y llena de miedo. Hay temor colectivo. La inseguridad está pegando muy fuerte. Los negocios están cayendo en sus ventas, la población vive con el temor latente de que le toque una balacera, los jóvenes ya se la piensan para asistir a los antros a divertirse. Las escuelas e iglesias toman precauciones. Secuestros, extorsiones, levantones, asesinatos, balaceras, en fin, todo un estado de inseguridad muy fuerte. El miedo se está convirtiendo en terror.
Según Wikipedia, el “Terror es el sentimiento de miedo en su escala máxima. Si el miedo se define como esquema de supervivencia, se puede asumir que el terror sobreviene cuando el miedo ha superado los controles del cerebro y ya no puede pensarse racionalmente. En casos graves puede llegar a inducir una parálisis completa del cuerpo, sudoración fría o regresión a pensamientos de la infancia, y en casos mucho peores, producirse incluso la muerte por paro cardíaco”. Estos son los riesgos que puede sufrir cualquiera. Ya son dos ocasiones en que mi esposa sufre de este tipo de situaciones.
En otra ocasión le tocó a un amigo mío. Me contó su experiencia. Le había tocado la balacera que se dio cerca del ingenio El Molino. Se encontraba comprando medicina en la farmacia que está a un lado de la central camionera. También llevaba a su hijo. Cuando se dio la “trakatera” él estaba ya arriba de su jetta, con su hijo. Repentinamente escuchó los disparos y le dijo a su hijo ¡agáchate!. Como pudo, también agachado, encendió el motor del auto y así, agachado, arrancó y dio vuelta hacia donde están los autobuses coordinados. Se bajó del auto porque sentía detrás de la pierna un dolor y muy caliente. Pensó que le habían dado un balazo. Pero no, eran los nervios. Se le endurecieron y le paralizó la pierna. Y así se pueden contar muchas y muchas historias de ciudadanos que les ha tocado la mala suerte de estar donde se presentan las balaceras. Algunos no sobrevivieron para contarlo.
¡Ya estamos hartos! Con mucha desesperación los ciudadanos ya esperamos con ansiedad que ya llegue el cambio de gobierno. Los ciudadanos ya no soportamos estar en esta situación. Ya le hemos dicho al gobernador que renuncie. Pero ha hecho oídos sordos a este reclamo. Seguramente que si renuncia el pueblo estará en una etapa de júbilo generalizado. Y es así porque saben de la complacencia de las autoridades para que los criminales se paseen en Nayarit como “Pedro en su casa”.
¿Qué maleficio nos ha caído a los Nayaritas? ¿Algún personaje de la historia nos habrá hecho alguna maldición? No es posible que sigamos así. Pobreza, marginación, desempleo, corrupción, injusticias, impunidad, endeudados y, para colmo de males, con terror. Los Nayaritas somos gente noble y trabajadora, no nos merecemos gobiernos indolentes, insensibles, que están despegados de las verdaderas necesidades de la población y que muy por el contrario se dan una vida de jeque árabe, disfrutando de la dolce vita y del glamour que da el ser gobierno. Yo ya no estoy dispuesto a vivir en el terror. Por eso es necesario que los ciudadanos exijamos de nuestros políticos la construcción de un proyecto electoral sólido y competitivo y que no lo conviertan en una simple disputa por el botín que representan los puestos públicos. Terminar con este estado de terror en que vive la población se hace sobre la base de compromisos claros, transparentes y concretos con el pueblo, que es quien dará los votos. robertogbernal@gmail.com
PD. Espero en dios que al gobernador y su familia jamás le toque una situación de estas, pero si le llegara a tocar, seguramente que sabrá en carne propia lo que as familias sufren. Dijo que iba a andar al frente de los operativos, pero eso y la “carabina de ambrosio” es lo mismo. El gobernador ha sido incapaz de darnos seguridad como es su obligación. Y no ha podido. ¿Qué espera para renunciar? ¿Cuántos muertos necesita señor gobernador? ¡NO queremos más terror! www.cainay.blogspot.com
