Antes que me juzguen por el título
de la presente columna, les digo a mis escasos lectores en número de cuatro,
que no es una afirmación original del escribano de la trinchera. Es propiedad
de uno de los candidatos a la gubernatura, si, de ése que robó poquito allá por
el municipio de san Blas. Hoy la difundo como un ejemplo de lo que no debe
pasar en un proceso electoral, como un ejemplo del primitivismo político que
nos embarga y que algunos hasta lo aplauden. Eso es lo que me preocupa. El
video circula en las redes sociales.
La
frase de “chinguen a su madre” es una defensa muy folcklórica que hace dicho
candidato respecto de aquellos que lo critican con diferentes afirmaciones: que
es el jefe de los sicarios, que es financiado por narcos y secuestradores y que
al final de cuentas es el candidato del ahora ex fiscal Edgar Veytia. A quienes
lo critican con esos dichos, les dijo de su parte: “Chinguen a su madre”.
Desde
luego, hay un lenguaje coloquial que puede ser utilizado como parte de una
estrategia de campaña, un lenguaje coloquial que puede ser usado para identificarse
con el propio lenguaje del pueblo, de mucha gente que es sencilla y que se
identifica mejor con los candidatos si hablan el mismo lenguaje que ellos. Pero
una cosa es ser coloquial y sencillo y otra muy diferente es caer en las
vulgaridades y corrientadas que prostituyen los procesos políticos.
Por
supuesto, no soy un santo y tampoco me asusto por dichas frases. Es más, hasta
las he usado en diferentes contextos. De hecho, chingar, según la real academia
de la lengua española tiene diferentes acepciones que no son peyorativas ni
ofensivas para alguien. Tiene diferentes acepciones: importunar, molestar a
alguien. O en otros países tiene el significado de no acertar, fracasar, frustrarse
o fallar. En si pues no es una palabra netamente ofensiva, sin embargo, en el
mundo de la plebe, lo que más enoja, es el tono con que se dice y, quizá, el candidato
del bigote falso, emitió un tono que les puede ofender a sus críticos.
Sin
embargo, usar un lenguaje de ese nivel de parte de un aspirante a gobernar un
pueblo no es bien visto. Sobre todo, porque si de lo que se trata es del futuro
del pueblo de Nayarit, me parece que al bajar el nivel, todos, no solamente
quien emite ese tipo de afirmaciones, vamos a seguir siendo la burla nacional.
Tal parece que a los Nayaritas nos identifican a partir del que robó poquito y,
si a eso le sumamos que a los críticos les mientan la madre como respuesta a
sus críticas en lugar de argumentos, entonces vamos a ser el hazmerreír
nacional, seremos la botana del país. Ya me imagino a López Obrador mentándole la
madre a todos los “analistas” oficialeros que lo critican diariamente con tal
de ser sencillo.
Pero,
aparte, quizá haya otro tema derivado de esa afirmación. Quizá no solamente sea
una frase mercadológica en aras de ser un candidato a gobernador cercano al
pueblo, sino que en realidad esa afirmación lleve un alto contenido de
intolerancia hacia la crítica y hacia quienes osan atreverse a alzar la voz
contra los políticos y gobernantes. En realidad, ese es el tema que más preocuparía,
porque gobernantes bocones ya los hemos tenido y no ha pasado nada, simples bravuconerías
que rayan en el circo y la chunga, pero cuando ese tipo de afirmaciones revelan
un carácter autoritario, entonces las cosas son diferentes.
Una
cosa es tener un gobernante chistoso, bailador y hocicón, pero otra muy
diferentes es tener un gobernante que no acepta críticas. Este último es
peligroso porque entonces tienden a cercenarse libertades consagradas en la
constitución. Aquí es donde el pueblo debe fijase en el tipo de candidato que
es el del bigote falso. Si estamos saliendo de un gobierno que montó una paz y
una tranquilidad de miedo, una paz y una tranquilidad narca, donde nadie dice
nada por miedo a ser extorsionado, levantado o desaparecido, muy curiosos estaríamos
que ahora escogiéramos un gobernante que aparte de eso nos ofrezca ser
silenciados para que no haya crítica.
Por
eso a mis escasos lectores en número de cuatro, les sugiero que disfruten el
circo que ofrece dicho candidato, que se rían de sus actos bufonescos y se
diviertan un poco este tiempo de campaña con ese tipo de lenguajes de lavadero,
pero, sin embargo, que su voto no lo emitan en función de los diez minutos que
les hace reír el bufón de este proceso electoral, sino en función de lo que
puede representar para nuestras familias. Eso es lo que se juega. Está bien que
le aplaudan, que se rían un poco de manera gratis en los eventos que les ofrece
como actos de campaña, pero jamás vayan a definir el rumbo de Nayarit en función
de la risa que pueden provocar esas bravuconerías. No podemos pasar de un
gobierno como en el que estamos, a otro peor.
PD. Ya hay varios candidatos que
están pasando a la propuesta. Felicito a todos ellos que están siendo
constructivos en este proceso electoral. En realidad, los Nayaritas requerimos
de todos, del talento de todos para salir adelante. Sin embargo, no necesitamos
de los perversos, de esos que quieren seguir medrando del erario público y que
ven a este proceso electoral como el tiempo en que deben seguir agazapados en
algunos espacios para que luego vengan mejores tiempos para ellos. Ya lo dijo
el ahora ex rector de la Universidad Tecnológica, muy amigo del aún gobernador Sandoval
y que fue corrido por éste último al exponer la pus del gobierno actual: Hay
muchos espacios donde podemos seguir agazapados esperando mejores tiempos.