Con el expediente TEP/III/exp/ 091/09 hice una denuncia ante la oficialia de partes de la procuraduría de justicia contra quien o quienes resulten responsables por el delito de robo de información. Los antecedentes los narro enseguida. Como se sabe, su servidor, Roberto González, ha venido escribiendo algunos artículos periodísticos en los que asumo una postura crítica sobre las declaraciones de los actores sociales y políticos del estado de Nayarit. En una de las trincheras que aparecen en el periódico Realidades, y que se encuentra en mi página electrónica www.trincherauniversitaria.blogspot.com con fecha 23 de diciembre del 2008, publiqué un artículo en donde señalaba que el gobernador del Estado había realizado unas declaraciones peligrosas y amenazantes porque desde mi punto de vista se pone en entredicho la libertad de expresión en Nayarit. Posteriormente me di cuenta que esas declaraciones ya tenían una intención muy bien encaminada. Esa intención era la reforma al código penal en Nayarit que consistió en poner una sanción que va de uno a seis meses de cárcel sin derecho a fianza a quienes propaguen o difundan información o datos falsos, a juicio de la autoridad, que produzcan alarma, temor o miedo en la población o en un grupo o sector de ella, para perturbar la paz pública o tratar de menoscabar la autoridad del estado, o presionar a la autoridad para que tome una determinación. Eso me motivó a escribir posteriormente en el mismo diario, otra columna titulada: Regalo de navidad y año nuevo para los Nayaritas: La ley “muda”, la cual se encuentra en la misma dirección electrónica con fecha del 26 de diciembre del mismo año. Para hacer éste artículo consulté vía telefónica con el diputado Echegaray algunos pormenores de la citada reforma al código y fue el citado diputado, quien me informó que la reforma había entrado en vigor desde el 23 de diciembre del año en referencia.
Curiosamente, precisamente dos o tres días posteriores a esos acontecimientos, me bloquean la contraseña de mi correo electrónico y por tanto me impiden tener acceso a mis contactos y a toda la información que ahí concentro. Durante los días subsecuentes traté de recuperar mi correo. Este acontecimiento se lo comenté personalmente a un amigo Columnista del mismo periódico, Antonio Simancas, antes de que terminara el año 2008, luego después, el día 5 de enero del año en curso, solicité el apoyo de mi sobrino Javier González, para ver si él podía realizar algunas acciones que me ayudaran a recuperar mi correo electrónico dado que tiene más conocimientos informáticos que su servidor. Ante la imposibilidad de acceder a mi correo electrónico y con el riesgo que implica que otros hagan uso del mismo para difundir información a mi nombre, no tuve más opción que interponer la denuncia en comento.
El correo electrónico a que hago referencia es el que antes ponía en la columna que publico en el periódico citado y que se llama gobero1@hotmail.com. Aclaro que jamás había tenido un problema con ése correo a pesar de estarlo usando desde muchos años atrás. Pero como lo dije, resulta mucha la coincidencia que existe entre la reforma al código penal en Nayarit y el secuestro de mi contraseña. Ante esa extraña coincidencia, el riesgo que enfrento es que alguien use mi dirección electrónica y difunda información o datos falsos que alteren la paz pública o traten de menoscabar la autoridad del Estado o presionarlo para que tomen determinaciones en algún sentido, y con ello, su servidor quede convertido en un simple delincuente cibernético y por tanto potencial recluso del penal Venustiano Carranza. Esas son las razones que me obligaron a interponer el día de ayer 6 de enero, la denuncia formal ante la procuraduría de justicia del estado de Nayarit.
Realizo esta denuncia y la hago pública no porque deseo ver “moros con tranchete”, pero es mejor hacer público este tipo de actos para que posteriormente nadie se diga sorprendido. Este tipo de acciones me recuerdan mucho otras aventuras de otros actores políticos, como Antonio Echevarría Domínguez, quien en su proceso de campaña denunció públicamente la forma en cómo lo querían convertir en narcotraficante, o a mi mismo, cuando desde el órgano superior de fiscalización bajo el mando de Olmedo, trataron de convertirme en delincuente y “hospedarme” en el penal Venustiano Carranza.
No estoy responsabilizando de estas acciones al gobierno, ni trato de socavar su autoridad ni cosas por el estilo. Simplemente exijo que se investigue a fondo esa situación y se actúe conforme a derecho y, al mismo tiempo, se me exima de cualquier responsabilidad si existiera un mal uso de mi correo electrónico. Por lo demás, deseo reconocer que en la procuraduría de justicia se me atendió adecuadamente en la presentación de la denuncia, así como se me brindó apoyo de parte de los responsables de la policía cibernética. robertogbernal@gmail.com
PD. Invito a todos los columnistas, articulistas, reporteros y amigos en general, a que tomen las precauciones necesarias a fin de que no sufran del riesgo por el que estoy pasando.
Curiosamente, precisamente dos o tres días posteriores a esos acontecimientos, me bloquean la contraseña de mi correo electrónico y por tanto me impiden tener acceso a mis contactos y a toda la información que ahí concentro. Durante los días subsecuentes traté de recuperar mi correo. Este acontecimiento se lo comenté personalmente a un amigo Columnista del mismo periódico, Antonio Simancas, antes de que terminara el año 2008, luego después, el día 5 de enero del año en curso, solicité el apoyo de mi sobrino Javier González, para ver si él podía realizar algunas acciones que me ayudaran a recuperar mi correo electrónico dado que tiene más conocimientos informáticos que su servidor. Ante la imposibilidad de acceder a mi correo electrónico y con el riesgo que implica que otros hagan uso del mismo para difundir información a mi nombre, no tuve más opción que interponer la denuncia en comento.
El correo electrónico a que hago referencia es el que antes ponía en la columna que publico en el periódico citado y que se llama gobero1@hotmail.com. Aclaro que jamás había tenido un problema con ése correo a pesar de estarlo usando desde muchos años atrás. Pero como lo dije, resulta mucha la coincidencia que existe entre la reforma al código penal en Nayarit y el secuestro de mi contraseña. Ante esa extraña coincidencia, el riesgo que enfrento es que alguien use mi dirección electrónica y difunda información o datos falsos que alteren la paz pública o traten de menoscabar la autoridad del Estado o presionarlo para que tomen determinaciones en algún sentido, y con ello, su servidor quede convertido en un simple delincuente cibernético y por tanto potencial recluso del penal Venustiano Carranza. Esas son las razones que me obligaron a interponer el día de ayer 6 de enero, la denuncia formal ante la procuraduría de justicia del estado de Nayarit.
Realizo esta denuncia y la hago pública no porque deseo ver “moros con tranchete”, pero es mejor hacer público este tipo de actos para que posteriormente nadie se diga sorprendido. Este tipo de acciones me recuerdan mucho otras aventuras de otros actores políticos, como Antonio Echevarría Domínguez, quien en su proceso de campaña denunció públicamente la forma en cómo lo querían convertir en narcotraficante, o a mi mismo, cuando desde el órgano superior de fiscalización bajo el mando de Olmedo, trataron de convertirme en delincuente y “hospedarme” en el penal Venustiano Carranza.
No estoy responsabilizando de estas acciones al gobierno, ni trato de socavar su autoridad ni cosas por el estilo. Simplemente exijo que se investigue a fondo esa situación y se actúe conforme a derecho y, al mismo tiempo, se me exima de cualquier responsabilidad si existiera un mal uso de mi correo electrónico. Por lo demás, deseo reconocer que en la procuraduría de justicia se me atendió adecuadamente en la presentación de la denuncia, así como se me brindó apoyo de parte de los responsables de la policía cibernética. robertogbernal@gmail.com
PD. Invito a todos los columnistas, articulistas, reporteros y amigos en general, a que tomen las precauciones necesarias a fin de que no sufran del riesgo por el que estoy pasando.