28 diciembre 2019

SE SUICIDA PACHECO, MAESTRO UNIVERSITARIO, POR FALTA DE PAGO

Lo encontraron en su desparpajado lecho. El cuarto se encontraba en completo desastre, ropa tirada, zapatos llenos de lodo, unas cascaras de plátano macho en el piso y, en fin, un desastre. Su negro cuerpo se confundía con el color de la abundante sangre desparramada en la cama, ya ennegrecida. Hasta las uñas estaban negras. Lo que parecía su rostro, se asemejaba a quien en una noche oscura hubiera visto a un chivo viejo con cuernos largos y barba, parecido a satanás, rostro completamente descompuesto ante el incierto futuro que le esperaba con los cobradores que hacían fila afuera de su casa. La UAN no le había pagado.
            El suicidado es el profesor de la preparatoria número uno, Felipe Arturo Pacheco Ruiz. Sus amigos, ya lo notaban triste desde hacía varios días. No era aquel Pacheco vacilador que ante las adversidades de la vida y ante las corruptelas de las mafias universitarias, él sonreía y se burlaba de los corruptos como una forma de esquivar los males que esas mafias le provocaban en su vida diaria. Era pobre pero feliz.
            Sin embargo, tal parece que esa felicidad era ficticia. Su suicidio lo comprueba. Las presiones que le generaban las diversas pensiones, las deudas de amigos y no amigos y hasta las presiones que tenía de las amigas con derechos que le daban felicidad carnal, llena de pasiones, que lo dejaban con ese saborcito salado, de ese que huele a camarón, pero sabe a pollo, lo llevaron a tomar el camino equivocado, a abrir la puerta falsa del suicidio como salida a todas esas presiones.
            Los que lo conocemos sabíamos de su alegría. Nos la mostraba en el STUAN, sindicato al que pertenecía, lo mismo cuando nos íbamos a la Jaiba Loca a degustar unos pescados que parecen sapos apachurrados por un tráiler y, de la misma manera, nos mostraba su alegría cuando nos decía que iba a probar suerte en Play City para ver si podía sortear la mendinguez en que el pusilánime rector Nachito Peña lo tenía hundido como a todos los trabajadores universitarios. Ahí se encontraba, por cierto, al venerable anciano, el ludópata líder del SETUAN, quien a veces le hablaba y a veces le torcía la boca mostrándole su desprecio por haber sido un activo combatiente de los corruptos.
            En su lecho de muerte apareció una carta de despedida. Pedía perdón por haber tomado esa decisión porque sabía del dolor que les causaría a toda su familia, a sus amigas con derechos que eran muchas, a sus amigos. Se dirigió a muchos, entre ellos por supuesto a quienes regularmente los miércoles nos reuníamos en un céntrico hotel. Especial atención les dio a todos los amigos que en vida lo ayudaron tanto económicamente como emocionalmente en momentos de depresión, destacando los nombres de Antonio Simancas, el filósofo Toño Echevarría Ex gobernador de Nayarit y el de su entrañable y pasional amigo Jorge Bañuelos a quien le agradeció por haberle dado trabajo cuando fue procurador del estado, con un salario parecido al de un mesero de la Jaiba Loca. A Nachito Peña nomás le escribió estas ilegibles letras que no sabemos si las aprendió de algún extraterrestre o si dominaba el lenguaje arameo: HDTPM. También le agradeció a dios por haberlo mantenido en la tierra, aunque ya dudaba si se lo iba a llevar al paraíso.
            Los de la fiscalía, no sabían como se había suicidado. No tenia un balazo en la cabeza. No tenia ninguna raspadura en su cuerpo ni mucho menos alguna herida en el estomago que mostrara que se había destripado. Pero nada. La duda y la desesperación invadía a los del semefo que habían decidido revisarlo ahí en su lecho de muerte. Hasta que, repentinamente, apareció uno de esos investigadores cuyas preferencias sexuales están orientadas a los de su mismo sexo, quien no sabia porque había unas cascaras de plátano macho ahí tiradas. Agarró a Pacheco, lo volteó y los puso a veinte uñas, le revisó el punto negro, casi morado, final del intestino, ahí donde la espalda pierde su nombre y se convierte en un pequeño remolino, para llegar a la sorpresiva conclusión que Pacheco se había suicidado cortándose las venas de las hemorroides con un filosísimo plátano Macho. Inocente Palomita que te dejaste engañar, el profesor y estimable amigo Pacheco está mas vivo que nunca. Festeja hoy el día de los santos inocentes.
PD. Esta es la última columna del año, escrita a petición del aludido. Desde aquí les deseo un feliz año nuevo lleno de paz, armonía, felicidad, amor y sobre todo mucho dinero, que a los universitarios nos va a sobrar dada la cundina que el pusilánime rector Nachito Peña nos dará y, quien, si tuviera un poquito de decencia y otro gramo de vergüenza, ya debería haber renunciado. Feliz año 2020

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