Por lo regular no
escribo en fin de semana. Pero me había comprometido a escribir acerca de la defensa
de mi judas preferido. Y bueno, como es sabadito y por lo general todo mundo
quiere descansar, reírse y desestresarse en fin de semana, no tomen estas líneas
en serio, solo deben servir para darnos cuenta de la realidad política que vive
nuestro pueblo.
Hay un obeso político, con ojos de
sapo mololeño, esbelto en sus años mozuelos, oriundo de otro estado, que tiene
estudios universitarios, hasta donde sé, sin concluir, a quien han tachado de
traidor. Traidor, no de traer, sino de cometer traición a seguidores y fans,
por haber realizado una acción política de quitar a un candidato a ocupar una
diputación federal para poner a uno de sus socios políticos, pero de otra
empresa con tres colores.
En sus orígenes, este mozuelo era un
chico limpio, quizá, si hubiera mantenido esa trayectoria, le estaría compitiendo
a López Obrador la presidencia de la república pues sería un político
impecable. Pero dios, ni cumple caprichos ni endereza jorobados, el hubiera no
existe. Portaba morral y tocaba la flauta, era un luchador social nato. Pero al
paso del tiempo, se hizo como los perros que tragan huevo. ¿Cómo? se han de
preguntar. Así
decían las abuelas cuando se referían a alguien que actuaba de cierta manera y
que difícilmente cambiaría su naturaleza. Frase muy socorrida para definir a
los borrachines que volvían a recaer o para aquellos que hacían de la traición
su forma de conducirse. Le gustó el “máiz” pues. Y asi, mientras escalaba
posiciones públicas, el “máiz” y las traiciones fueron la base de su conducta
política. Las largas historias de hechos dan cuenta de eso: que los cien
millones de la cámara de diputados que se perdieron, que el “cajuelazo” de
Godoy Toscano, que la venta de Andrés Manuel a cambio del apoyo de Calderón
para su candidatura a gobernador, que los “moches” en la bajada de recursos
federales y un largo etcétera del que no abundaré.
El
amplio respaldo social que había tenido, se le ha disminuido seriamente. Hoy es,
ante la nueva traición, nuevamente criticado duramente, especialmente en las
redes sociales. Sin embargo, traicionero y mercenario como es, es mi judas. Debo
ser leal con mi cliente preferido y, por tal razón, debo emprender su
correspondiente defensa ante las críticas.
Deben
entender que mi judas es un producto típico de la putrefacción del sistema
político, un sistema altamente corrompido, podrido en sus entrañas y que, sólo
aquellos que asumen posturas románticas, como esas de que deben respetarse las
posturas ideológicas y políticas de los partidos, o esas de que no debe haber
ventas de candidaturas ni dinero oscuro en las campañas así como políticos
saltarines de partido en partido, amén de otras expresiones de esa pudrición,
no comprende las razones profundas de que mi judas sea el típico político
corrupto con máscara de progresista y defensor de los derechos de los pueblos.
Quienes
lo critican, deben entender que la política se ha convertido en otro negocio más,
un negocio altamente rentable donde no existen los colores partidarios más que
para distinguir una “empresa política” de otra. No es nada personal,
seguramente habrá dicho mi judas preferido cuando quita un candidato para poner
a uno de los suyos. “Bisnes are bisnes”. O como lo dijera otro político
Nayarita quien señaló que aquellos que no entiendan que los saltos magistrales
de un partido a otro son “normales”, entonces están reprobados en ciencia
política. Juar juar, esa estuvo buena: para ser licenciado en ciencia política
hay que ser “puerco y cínico”.
Mi
judas nunca se ha cambiado de partido, eso se lo deben reconocer sus críticos.
Claro está, algunos dirán ¿Y para qué se cambia si es dueño de una empresa? Sería
muy pendejo para renunciar a la propiedad de su empresa para irse de “gato” a
otra. En la que tiene es el socio mayoritario y por tanto dueño de las
decisiones que esa empresa pueda asumir. Siempre ha criticado a la empresa
tricolor y siempre ha dicho que habria que sacarla del gobierno, pero ahora,
para acrecentar su negocio, hace a un lado esa perorata y realiza un “Joint
Venture” y se hace socio de un tricolor. Nuevamente “Bisnes are bisnes”, nada
personal.
Luego
lo critican que porque impone candidatos y se justifica ante los electores
diciendo que son ellos los que decidirán. Pues efectivamente, el dueño de la empresa
les dice a los electores: “Ustedes tienen enfrente la mierda A y la mierda B,
escojan” y, bajo esa postura hace pública su careta de democrático. ¿Y a poco
no? Sería una estupidez que los dueños de las “empresas políticas” les pongan
de candidatos a quienes se la quieren quitar, es evidente que les tienen que
poner de candidatos a uno de sus socios menores, ¡ah! pero eso sí, será la
sociedad quien decida si escoge a la mierda A o a la mierda B. ¿Quién en su
santo juicio va a pensar que mi judas va a preguntarle a los ciudadanos que le
pongan dentro de su empresa a otro socio?
No
sean románticos y entiendan a mi judas, él solo actúa en un medio político con
las reglas que el propio sistema tiene para jugar. Ni modo que mientras sus
adversarios le tiran con piedras él les responda con flores. Así que, desde aquí
le lanzo el mensaje a mi judas para que siga igual, que siga con las traiciones
y su conducta mercenaria hasta que la muerte lo separe de su empresa, al cabo
ya tiene herederos.
PD. ¿Quién será el personaje? ¡Disfruten su fin
de semana!!