Primero se diagnostica. ¿Cómo
estamos? ¿Cuáles son nuestros problemas? Luego se establece el que hacer.
Posteriormente se plantea el cómo hacerlo. Enseguida con qué. Y al final con
quien, lo que implica revisar los perfiles. Pero las mafias partidarias “oposicionistas”, empiezan con el final. Andan
preocupados por definir quién será el abanderado, quien será el responsable de
sacar adelante a Nayarit, sin un diagnostico ni programa previos ni mucho menos
compromisos públicos de cara al pueblo. Es una vulgar lucha por la talega
presupuestaria de Nayarit.
Una
alianza se construye sobre lo que es común entre los diferentes partidos y, tal
parece que lo que los unifica es solamente sacar a los priistas de palacio de
gobierno, lo cual es una visión radicalmente corta, miope, pues sólo refleja la
ambición del poder a como dé lugar. La ambición política de los actores
aliancistas es lo que menos necesitamos. Pero si los aliancistas se mueven en ése
terreno, entonces se deja de lado una visión del Nayarit que hay que construir
para dar paso al simple mercado político, donde los diferentes actores se irán
con el que mejor les convenga a sus intereses personales.
En
ese sentido, vale aquí la pregunta: ¿Si no es Polo el candidato de la alianza,
sus seguidores apoyarán al “rarito” hijo de Toño Echevarría? Y a la inversa.
¿Si no es el “rarito” el candidato de la alianza, sus seguidores apoyarán a
Polo? La verdad que yo creo que la van a tener difícil. En el primer caso, si
Polo no es el candidato aliancista, en lo personal, me parece que muchos de sus
seguidores no se irán con uno de los principales traficantes de influencias que
tenemos en Nayarit, o sea el “rarito”. Y como tampoco creo que se irán al PRI,
entonces me parece que esas gentes voltearán a ver la alternativa de MORENA
como la mejor opción política para el estado. Y sobre todo si comparan al “rarito”
con Navarro Quintero. No hay punto de comparación. El “rarito” es un engendrito
político que aún tiene que crecer para hacer de las suyas.
Y a la inversa
procede el mismo caso. SI es Polo el candidato, seguramente que muchos de los
que hoy apoyan al hijo del ex gobernador, seguramente no se irán con Polo. Y es
que en un proceso donde es el mercado, donde son los intereses personales y de
grupo los que predominan, la gente no se va a donde se vaya su candidato. Y esto
es asi porque no los unifica un programa de gobierno, sino que los unifica la
persona y los intereses que pueden lograr alrededor de él.
Imaginemos un
escenario: Polo no es el candidato. ¿Qué pasaría? Seguramente que en el 2018 a
Polo le darían una senaduría o una diputación federal. ¿A quien le va bien ahí?
Pues a los allegados de Polo que pueden ser asesores allá en el congreso de la
unión o que Polo les busque un acomodo como candidatos a regidores o diputados
o ya de perdis, si ganan, tener alguna chambita en el gobierno estatal. Pero ¿Cuánta
gente se puede beneficiar de eso? Poca, muy poca, sólo la gente allegada a Polo,
quien los metería en los acuerdos políticos que tengan que hacer con él para
mantenerlo como figura decorativa en la alianza. Y lo mismo sucedería en el
caso inverso. En ambos escenarios, la inmensa mayoría de la gente, esa gente
que sólo ve en el candidato a gobernador una esperanza, toda esa gente voltearía
a ver con cual candidato irse, porque sus beneficios provienen de la política pública
que realice una vez que, llegado el caso, asuman el gobierno. La inmensa mayoría
de la gente no tiene beneficios personales a partir de un candidato, sino que
sus beneficios provienen de las acciones de gobierno.
Si ahorita
fuera la elección, los votos se dividirían en tres: El PRI y sus aliados, la
alianza “oposicionista” y MORENA. Una vez que se definan los candidatos el
escenario se puede modificar, y se puede hacer al grado de polarizarse el voto
entre MORENA y el PRI. La definición de los candidatos puede alterar las cosas
al interior de los partidos y los movimientos de gentes de una opción a otra
pueden darse inmediatamente. Y más pueden darse esos movimientos por la
ausencia de un programa concreto de los supuestamente aliancistas y por la
enorme diferencia de perfiles entre los aspirantes “opositores”.
Si la alianza “opositora”
definiera un programa común y, entre sus definiciones de objetivos fuera
erradicar la corrupción institucional ¿El perfil del “rarito” sería el
adecuado? Por supuesto que no. El “rarito” va a hacer negocios con el gobierno,
esa es su intención plena, va a traficar con el gobierno y no le hagamos al
cuento de que va a sacar a Nayarit del atraso. Entonces, ¿Cómo entender el
combate a la corrupción con un traficante de influencias en el gobierno? Por
ese tipo de razones es de suma importancia la definición de un programa claro
de gobierno. No se puede combatir la corrupción con un corrupto al frente del
gobierno.
PD. De setenta y dos consejeros
estatales en el PAN, todos los ganó el “rarito”, excepto uno. Si la elección
del candidato en el PAN es por el consejo, obviamente que Polo no tiene nada
que hacer ahí. Pero el candidato de una alianza se define entre partidos. Si
quieren que el “rarito” vaya a ser el candidato aliancista, Toño grande, el ex
gobernador sabe cómo hacerle, lo puede imponer porque el resto es un asunto de
centavos, Toño grande lo sabe, es cuestión de aflojar un poco la bolsa de
dinero.