Ahora que se acerca el catorce de
febrero, día del amor y la amistad, quiero compartirles una historia de amor
que sucedió en cierto lugar. No deja de ser un chisme, un rumor del que tengo
la fuente que por supuesto no divulgaré. Pero también deseo aclarar que yo
desconozco si eso sea verdad o sea falsedad, sólo puedo decir que me la
contaron para que se las compartiera a mis escasos lectores en número de cinco
ahora que se acerca el día del romanticismo, el día donde cupido hace
travesuras.
El
protagonista principal es el Ramoncillo. Dirigente estatal de un partido
político de colores azulados, y hoy por hoy aspirante a gobernar la capital. No
tendría ninguna importancia esta historia de amor si no fuera protagonizada por
un actor político quien debe tener la moral a prueba de críticas como la crítica
de este escribano desquehacerado. Pero desgraciadamente, el Ramoncillo es un
hombre público que debe tener un prestigio personal y social a prueba de
cañonazos. El riesgo es que este es un asunto personal, muy propio de su vida
privada y, por supuesto, existe la posibilidad de que este escribano sea
demandado por meterme en la vida privada de las personas.
Ramoncillo,
sintiéndose galán de telenovela, ha sido proclive a tener muchas mujeres,
algunos dicen que hasta hombres muy parecidos a los mancebos sarandeadores de
la costa. Y es que no se entiende como un hombre (¿) ya pasados los cuarenta,
siga soltero. Pero “haiga sido como haiga sido” su condición de soltero, con
mucho dinero proveniente de los zipizapes y ventas de garaje cuando hay tiempos
electorales, lo hace muy atractivo para los del sexo opuesto, que no se sabe cuál
es.
Las
abundantes féminas que han andado tras sus huesillos, se han sometido a la
mitomanía a la que está muy acostumbrado el Ramoncillo. Como son muchas chicas,
a veces las mentiras se le cuatrapean, se le olvida lo que les dice y por
consecuencia, los errores son muy recurrentes. Así pasó con dos hermosas
féminas que al mismo tiempo lo citaron en el mismo lugar.
Cansadas
de tanta mentira y de saber que el Ramoncillo jugaba con las dos hembras, estas
decidieron citarlo a un lugar cerca de la Universidad. Desde luego, sin que él
supiera que las dos estarían ahí. Grande fue su sorpresa cuando acudió al lugar
de la cita. El romanticismo que llevaba con alguna de tantas mentiras
preparada, se le terminó, la sangre se le fue a los pies pero, como todo
político fogueado en las lides políticas donde el cinismo y la mentira son
condición indispensable para prosperar, se recuperó de tamaña sorpresa.
Las
dos lo interpelaron. Le reclamaban las razones de su infidelidad, de sus falsas
promesas, de su postura de mitómano y de jugar con los sentimientos de las
respetables hembras. La de Ruiz de apellido Casas, no soportó su coraje e
impotencia y le echó el café que tomaba al rostro de Ramoncillo. Sin ningún
ápice de vergüenza, pues no tiene, quitándose la espuma y los granitos de
splenda de la cara, el Ramoncillo se retiró no sin antes escuchar las mentadas
madres que pululaban alrededor de sus castos oídos.
Así
termina esa historia de amor, donde dos hembras fueron engañadas por el
Ramoncillo quien les prometía las perlas de la virgen, el amor eterno, al mismo tiempo que, decían
los del pueblo, les decía lo mismo a los mancebos de abultados órganos sexuales
masculinos con el insano fin de dar rienda suelta a sus bajas pasiones. robertogbernal@gmail.com
PD. Desde luego, esta historia de
amor dicen que sucedió en España, porque el Ramoncillo, el partido azulado, la
fémina de apellido Casas, el lugar cerca de la universidad casi parecido a los
Oxxos, todos son referencias de aquellos lugares. Desde luego, a mis escasos
lectores en número de cinco desde aquí les digo que no sean mal pensados y su
mente los lleve a creer que la historia se refiere a Ramón Cambero. Para nada.
Mis respetos para mi dirigente estatal del PAN. www.trincherauniversitaria.blogspot.mx
