Evidentemente, esta
columna la escribo antes del debate presidencial. El debate lo comentaremos
mañana. Pero sin duda alguna, uno de los problemas centrales que tienen que
tener en la mira los diversos aspirantes presidenciales, es el tema de la
corrupción. Desde luego, unos tienen más posibilidades de combatir la
corrupción que otros. Por ejemplo, ¿Cómo pedirle a Peña Nieto que combata la
corrupción si las mafias priistas se han sostenido en el poder precisamente con
base en la corrupción?
Es
un contrasentido pedirle a los corruptos que combatan la corrupción. Sería el
equivalente a pedirle al “mochaorejas” que combata el secuestro. O sería el
equivalente a pedirle a Ney, a Moreira, a Ulises Ruiz, al gober precioso y toda
esa fauna corrupta que ya todos conocemos, que combatan la corrupción. O
pedirle a Ney que se haga cargo de la fiscalización de los recursos públicos.
No se puede poner la iglesia en manos de Lutero.
Sin embargo, necesitamos avanzar
como país. Dicen que no solamente los que roban y saquean al erario o los que
trafican desde el poder son corruptos, sino que todos estamos metidos en el
ajo. La responsabilidad del avance de la corrupción también está depositada en
ciudadanos que evaden impuestos o que pagan mordidas porque se vuelven
cómplices de la corrupción que denuncian. Estamos pues, inmersos en un país que
se ha corroído en sus entrañas, tenemos ausencia de lo que algunos llaman
“valor moral”. Seguramente por eso, el ex presidente Miguel de ha Madrid cuando
anduvo de candidato y luego presidente, planteó la “renovación moral de la
sociedad”, pero no hizo lo correcto por haber permitido que la corrupción en su
gobierno continuara. Pensó que solamente metiendo al bote a uno que otro
político o líder sindical o uno que otro artista que evadía impuestos, se
resolvía el asunto. Fue más pose política que una realidad.
Hoy
ya nos hemos acostumbrado al saqueo colectivo, hemos aprendido que el país
funciona así. Ahí están los estratosféricos salarios, bonos, pensiones y
beneficios de los diputados, senadores, magistrados, representantes del IFE. En
lo local pasa igual. Pero también tenemos un sistema educativo que ni siquiera
sabe cuantos maestros tiene, o cuántos burócratas hay, pero eso si, se les
mantiene de manera vitalicia. Ahí está también un sistema de seguridad social
que genera incentivos para la informalidad, mientras desparrama recursos. Ahí
está el gasto público de ex gobernadores y sus escandalosas deudas y nadie los
castiga.
El
reto de la corrupción para el nuevo presidente es alto. Hay muchas “ovejas
negras” en este país a las que hay que, como dicen las fábulas de Augusto
Monterroso, fusilar. Esas ovejas negras siguen ahí, “pastando”, tomando el sol.
Son los políticos con sus casas y terrenos, sus cuentas bancarias llenas de
dinero proveniente del tráfico de influencias o directamente del saqueo del
erario, sus yates, sus aviones y sus elecciones millonarias. Y hablo no
solamente de los priistas, sino de todos, hasta del judas Acosta Naranjo ¿O no
se acuerdan cómo desparramó dinero público para promoverse políticamente? ¿Ya
no hablamos de sus mansiones y ranchos en el centro del país? Aunque comparado
con los otros políticos, los del PRI, el judas Acosta Naranjo sigue siendo no
una oveja negra, sino una “ovejita negra” pero con las ganas de convertirse en
una muy grande de toda esa fauna nociva de México.
De
todos los candidatos, quien mejor enarbola el combate a la corrupción es Andrés
Manuel. Lo ha dicho fuerte y quedito “la corrupción le ha dado al traste al
país” y que el cambo verdadero se dará cuando “se cuelgue a los corruptos”.
Todo eso sucederá cuando los ministros de la suprema corte de justicia de la
nación dejen de ganar más de 400 mil pesos al mes, cuando el presidente use
menos avión y termine de hacer turismo político. Cuando los decentes les
arrebaten sus cuentas a los malosos, cuando los políticos que están cerca del
pueblo destierren a los políticos que los exprimen, cuando las reducciones millonarias
del gasto corriente permitan la expansión del gasto discrecional. Cuando los
candidatos no usen dinero público para promoverse políticamente, tal como lo
hacen ahorita priistas y panistas y uno que otro que se dicen de izquierda.
Desde
luego, en este proceso de transición no se trata de cambiar a los corruptos por
otros de color amarillo. Pero lo que si se garantiza es que el cambio verdadero
se dará ya que López Obrador rasure a todas las ovejas negras de este país. robertogbernal@gmail.com
PD. ¿Quién va a
combatir la corrupción en Nayarit? Los del PRI ni siquiera le han tocado un
pelo al ex gobernador más rata que hemos tenido. ¿Los del PAN¿ Pues a los
mejor, pero se ven mal usando recursos federales para su promoción política. Y
los de izquierda ¿Castellón? Primero que regrese lo que se llevó de la UAN, y
luego también nos diga cuanto dinero le dio a Lucas Vallarta para su campaña y
cuánto les pasó a los perredistas para que lo hicieran candidato primero al
gobierno (eliminado luego por Navarro) y después al senado, recordemos que es
una factura política que le pagó el judas Naranjo a Castellón. ¿O la va a
combatir el “pelón” Hernández Escobedo? Hay mucha “oveja negra” que en Nayarit
necesitamos rasurar. www.trincherauniversitaria.blogspot.com