Es conocido por mis escasos lectores que he dedicado muchas columnas a Acosta Naranjo, uno de los políticos más controvertidos en el plano estatal. He criticado muchas de las cosas que hacen de Acosta un posible candidato inviable para obtener el triunfo. He sostenido que Acosta Naranjo, gracias al gran lastre que trae sobre sus espaldas, no garantiza triunfo para la alianza PAN-PRD. Ese gran lastre, producto de su propia historia, producto de su propia trayectoria, le ha generado animadversión en muchos Nayaritas, por eso, en este momento político, a pesar de que trae respaldo nacional, no es un político que garantice el triunfo del proyecto aliancista.
Derivado de mis críticas a Acosta, sus seguidores, con justa razón, responden. Algunos lo han hecho groseramente al grado de denostarme con cosas personales, como si descalificándome le van a quitar toda la mala imagen que el propio Naranjo se ha ganado a pulso con su propio actuar político. Por eso siempre les he dicho que si le hago críticas a Naranjo es para que enmiende posturas, para que lo que son sus debilidades las convierta en oportunidades, no para que escondan sus defectos a los ciudadanos. Yo como ciudadano mortal que apoya la alianza, quiero un candidato lo menos endeble posible, que tenga lo menos que se pueda de puntos débiles, no sea flanco de ataques a la hora de la “madre de todas las batallas” o sea en la pelea constitucional. Pero los seguidores de Naranjo no han visto las cosas así y en lugar de “limpiar” a Acosta, algunos me denostan a mi, al grado que mi “envidioso engendro” me ha bautizado con el mote del “Noroña Cora”. Jaja, siempre le he reconocido su habilidad mental, lástima que sólo sea un gran cerebro con mucha capacidad instalada ociosa. Otros han sido decentes y cortésmente me han dicho que estoy equivocado y han dado sus propios argumentos, pero a todos he respetado.
Pues bien, a pesar de que considero que Acosta no debe ser el candidato aliancista, su importancia en el proyecto es fundamental. Su importancia radica no solamente en que representa una parte del electorado que lo han seguido a toda costa, es decir, no radica exclusivamente en que su presencia en el proyecto aliancista, al lado de Martha Elena, significa votos. Su importancia tampoco radica en que tiene un ejército de operadores políticos que son fundamentales en la elección constitucional. Desde luego que esas dos cosas son importantes, porque garantizan el triunfo de Martha Elena a la gubernatura, pero, desde mi muy estrecho punto de vista, también hay que considerar otros elementos en los que Acosta Naranjo es importante.
¿Qué otros elementos? Simple y sencillamente el tipo de gobierno que hay que construir. Porque de lo que se trata no solamente es de ganar, sino de ganar para hacer las cosas diferentes. De nada sirve ganar para seguir igual. Acosta Naranjo es el único que puede hacer, junto con Martha Elena, un gobierno diferente. ¿Diferente con respecto a qué? No solamente con respecto a los gobiernos priistas, sino diferente respecto del gobierno emanado de la propia alianza del 99. Esa es una importancia fundamental.
¿Quién en su sano juicio va a querer que los errores que se cometieron en el pasado gobierno que resultó de la alianza del 99 se cometan nuevamente? Yo creo que nadie quiere que el gobierno no se sienta como gobierno del pueblo, yo creo que nadie quiere que el gobierno se maneje con intrigas y mitotes o que sirva para enriquecer funcionarios. O que las decisiones fundamentales del gobierno no provengan de las instancias formales de decisión del gobierno y que haya poderes tras el trono que tomen las decisiones importantes de la vida pública. En fin, son tantas y tantas cosas en las que hay que poner atención para no repetir el mismo esquema del ejercicio gubernamental que funcionó con el gobierno que llegó a partir de la alianza del 99. Y aquí es donde entra la importancia de Acosta Naranjo, para poner freno a las tentaciones que suceden cuando se tiene el control de las instituciones en pocas manos, o en una sola mano tal como sucede en el gobierno actual.
Todo esto sólo lo podemos hacer si ganamos el gobierno, es decir, con unidad entre Acosta y Martha Elena, pero para ganar, necesitamos al candidato que puede ganar, y no es obsesión, pero solamente con Martha Elena se puede ganar. Acosta está chavo aún, le queda mucha cuerda política, de nada le sirve tirar al bote de la basura todo su potencial a partir de un capricho que lo puede llevar a la derrota y con ello terminar sus aspiraciones en Nayarit. Podrá construirse alternativas de desarrollo político personal en el país, pero en Nayarit, su derrota significa la terminación de su carrera. Personalmente se lo dije: Yo no te veo ahorita de gobernador, te veo con un poder local importante con gente identificada contigo en posiciones de poder, contigo como senador y en seis años, con una presencia popular incontenible. robertogbernal@gmail.com
PD. A mis escasos lectores les comunico que tengan confianza, ya falta muy poco para que haya humo blanco y se convenzan que Martha Elena será la abanderada de la alianza PAN-PRD. Y no me lo dijo Walter Mercado ni Madam Zasú.