¿Qué se entiende por Folklore? “es una palabra
de la lengua inglesa que también se utiliza en nuestro idioma, aunque, de
acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, se escribe folclore. En
ocasiones, puede aparecer escrita como folcklore, folclor o folklor. El término
hace referencia al conjunto de las creencias, prácticas y costumbres que son
tradicionales de un pueblo o cultura. Se conoce como folklore, además, a la
disciplina que estudia estas materias. El folklore incluye los bailes, la
música, las leyendas, los cuentos, las artesanías y las supersticiones de la
cultura local, entre otros factores. Se trata de tradiciones compartidas por la
población y que suelen transmitirse, con el paso del tiempo, de generación en
generación”.
¿A
qué viene esta reflexión? Pues al hecho de que nuestros políticos Nayaritas son
tan jocosos, tan ocurrentes, tan ligeros, tan chacoteros, y algunos hasta tan
payasitos que eso se ha constituido en Nayarit como una cultura, una tradición,
un folklor. Dicen que los gallegos de por allá de las tierras españolas son los
mejores, otros dicen que son los de Guasave Sinaloa. Yo les digo, es que no han
volteado a Nayarit. Aquí en nuestras tierras hay cada espécimen político que
les da las “veinte y las malas” al mejor de los Gallegos.
Y
esto viene a colación porque ayer me reí de lo lindo cuando uno de nuestros
políticos, que no digo su nombre porque es una respetable dama, diputada, y además
es amiga personal, declaró que para ayudar a los pescadores de San Blas hay que
dotarlos de anzuelos para que pesquen más ostiones. Juar, juar, juar, juar,
juar. Casi casi sugirió que también había que darles un arpón por si algún
resistente ostión emprendía la huida como veloz tiburón. ¿Se imaginan lo que
pasaría con tamañas propuestas para promover el desarrollo de los pueblos
ribereños de la costa de San Blas?
Y
bueno, así como esta dama dedicada a la política, también hay muchos en
Nayarit. Y hay de todo, como en botica. Hay bravucones que son pitonisos y hacen
declaraciones filosofales como esas de que en México no hay más que dos
partidos, el de los vivos y el de los pendejos, o aquellas certeras
declaraciones de que las alianzas de facto son unas auténticas “mamadas”. Ese
lenguaje coloquial y folclórico también es parte de nuestras tradiciones
políticas.
Luego
hay políticos que cuando hay elecciones ellos las ven como si fueran bautizos.
Avientan “bolo” a la plebe quien ávida de unos pesos para comprar gordas duras
se lanza arremolinada sobre las monedas de un peso y cincuenta centavos. Para
aderezar esas acciones el actor protagónico de esos eventos se pasea en un
brioso caballo regordete que contrasta con la flaca plebe hambrienta de unos
cuantos centavitos. Ese actor, dicen, que se quita el abultado bigote en las
noches para no hacerle cosquillas al morenazo sarandeador San Blaseño.
Luego
también tenemos políticos mitómanos. Son aquellos que nos venden espejitos,
esos que con base en puro salivazo tienen la insana como perversa pretensión de
hacernos más liviana la hambruna, el desempleo, la jodidez y hacernos sentir
como si vivimos en Finlandia o Suiza. Recuerdo aquellas frases como “tendremos
en todo el estado clínicas de salud con helipuertos”, “el rio mololoa será un
criadero de ranas para la exportación” y otras tantas como las de hoy cuando
nos dicen que somos primer lugar en todo y somos ejemplo nacional. Lo bueno es
que me pellizco y me doy cuenta que sigo siendo habitante de una proletaria
colonia de la capital donde a diario pululan un montón de perros merodeando los
cerros de basura en busca de un hueso.
Luego
tenemos los hipócritas y cínicos, como ese judas que andaba haciendo alianzas
en todo el país pero cuando se trató de hacer alianza en Nayarit para ganar, no
se pudo porque el judas no era el candidato. El judas nos hablaba de
honestidad, de transparencia y combate a la corrupción, se desgañitaba la
garganta para convencernos de que él era el idóneo para llevar a cabo tan
nobles tareas. Pero a nadie le decía de donde sacaba el dineral para su
campaña. Obvio, venia de Calderón quien le pagaba la factura de haber vendido
al peje López Obrador. El judas nos hablaba de que el dinero público debería de
manejarse en caja de cristal, pero desde luego, si él llegaba su caja de
cristal iba a tener los vidrios polarizados. También nos hablaba de combate al
narco, pero se negaba a difundir porque metieron en su camioneta a la cámara a
un diputado federal vinculado al narcotráfico, aún sigue prófugo. Era tan clara
su postura que nuca nos dijo de donde traía los Naranjos que regalaba.
Y
así sucesivamente el folclor de nuestros políticos nos hace únicos. Eso sin mencionar
que los alcaldes que hemos tenido, varios gobernadores y algunos dirigentes de partidos, no cantan mal las
rancheras. Somos todo un estuche de monerías, mejor que, como lo dije, los Gallegos
y los de Guasave. robertogbernal@gmail.com
PD. Yo espero que a mi casi candidato
Polo Domínguez no le llegue la contaminación de este tipo de políticos. No vaya
a ser que luego nos diga que para sacar adelante a Tepic habría que explotar
comercialmente la gran variedad de abultados “cerotes” que flotan en abundancia
en el rio mololoa ¿O serán esas las ranas que nos prometió Ney? www.trincherauniversitaria.blogspot.mx
